«Quizás le hayan informado ya a Francisco sobre uno de los casos más recientes, el de la periodista y madre de dos bebés, Anabel Flores Salazar, tan cercano al inicio de su visita…»
Desde el año 2003 un total de 23 periodistas han desaparecido en México. El 96 por ciento de esos periodistas se encontraban trabajando en temas de corrupción y delincuencia con posibles autoridades involucradas.
El informe presentado el martes 9 de febrero, “Periodistas Desaparecidos en México», por la organización internacional de defensa de la libertad de expresión Artículo 19, señala que no hay otro país en el mundo que registre más casos de periodistas desaparecidos.
A ese país arribará el viernes el papa Francisco quien, entre los lugares que visita, está el estado de Michoacán, entidad que junto a las de Tamaulipas y Veracruz concentran el 65 por ciento de los casos de periodistas desaparecidos. País donde representantes de grupos defensores de derechos humanos y de organizaciones religiosas le han pedido al papa que se reúna durante su visita, entre el viernes 12 y el miércoles 17 de febrero, con víctimas de la violencia, especialmente con familiares de desaparecidos.
Ante las expectativas generadas por su visita, el propio Francisco ha dicho en un mensaje previo que no llegará a México con una “varita mágica” a resolver los problemas, pero que quiere estar de manera especial “cerca de aquellos que sufren”.
Francisco tendrá muchas opciones para estar “cerca de aquellos que sufren”, no le será difícil encontrarlos. Llegará de hecho a un país secuestrado por “la escoria ladrona”, como denomina a buena parte de la clase político-empresarial dominante en México, el investigador y activista Álvaro de Regil. A un país “deprimido, con una economía aletargada que frustra las expectativas de millones de mexicanos, especialmente la de los jóvenes”, escribe el especialista sobre la Iglesia Católica, Bernardo Barranco, subrayando que Francisco tendrá contacto con “un pueblo agobiado por la violencia y la inseguridad”.
Quizás le hayan informado ya a Francisco sobre uno de los casos más recientes, el de la periodista y madre de dos bebés, Anabel Flores Salazar, tan cercano al inicio de su visita, sacada de su domicilio el 8 de febrero en Mariano Escobedo, Veracruz y encontrada muerta con señales de tortura en el vecino estado de Puebla, a varios kilómetros de donde fue sustraída.
Recordemos cuando el papa Francisco, mostró su preocupación por el avance del narcotráfico en la Argentina, en una carta dirigida a un legislador pidiendo evitar la “mexicanización” de su país.
«Estuve hablando con algunos obispos mexicanos y la cosa es de terror», afirmó el Pontífice en la misiva, publicada en la página web de la organización no gubernamental La Alameda.
El papa está muy consciente sobre la realidad mexicana. No sólo de lo malo, sino también de lo bueno que afortunadamente sigue estando presente en los corazones de muchos mexicanos, quienes a pesar de los pesares, luchan honradamente por obtener “el pan nuestro de cada día” y que son cálidos, amables, generosos, ocurrentes y por lo general buenas personas.
Harto del lenguaje acartonado e hipócrita de la mayoría de los políticos, clérigos, empresarios, y representantes de los medios de comunicación en México, que lo que más y mejor hacen es velar exclusivamente por su imagen y por sus propios intereses, el pueblo mexicano se volcará en las plazas y en las calles con renovados bríos hacia la figura esperanzadora de Francisco, por la enorme avidez que existe de toparse con líderes auténticos, contrarios al montón de jinetes del Apocalipsis a la mexicana que hunden al país cada vez más en el abismo infernal de la criminalidad, la violencia, la mentira, la censura, la corrupción, la impunidad y en ese horror referido por el propio Papa Francisco.
Hay sin duda muchos temas espinosos al interior de esta misma Iglesia que encabeza el papa argentino, Iglesia que a nivel local y mundial, tantas veces se ha prostituido acostándose con el poder. Temas espinosos, irresueltos y urgentes como el de la pederastia clerical, pero Francisco sin duda ha sorprendido con actitudes y declaraciones que han dejado estupefactos incluso a no pocos católicos propensos a mostrarse “más papistas que el papa”, como cuando expresara sobre los homosexuales que quién era él para condenarlos o sus reiteradas denuncias contra el capitalismo salvaje y el calentamiento global. Sin modificar los principios de la doctrina de la Iglesia, Francisco no la aplica en términos de agenda moral absoluta, absteniéndose de condenar a la sociedad contemporánea, en cambio ha retomado una doctrina que apela a los derechos humanos y a la justicia social.
Francisco ha dicho en repetidas ocasiones que lo que quiere es dirigir a la Iglesia “por el amor y por la misericordia, no por el poder”, lo que en la práctica ha irritado a los fariseos burócratas del templo, que tanto se benefician de la hermética estructura jerárquica de poder que impera en las alturas de una Iglesia tan alejada del mensaje radical de los evangelios.
Nadie espera realmente que Francisco saque una “varita mágica” para exorcizar a México de sus demonios, pero sí que el Papa sea consecuente con el espíritu de aquel extraordinario libro que le regalara a Fidel Castro en Cuba, “Evangelios Molestos”, de Alessandro Pronzato. Por la naturaleza del mensaje cristiano que Francisco representa, su visita a México debe traducirse en aliento y esperanza, pero debe resultar también una visita incómoda para un país donde, según un informe de la ONU del 2015, “existe un patrón de impunidad generalizada” en el ámbito de la desaparición forzada de personas. Porque, como dice Alessandro Pronzato en el mencionado libro:
En México, país predominantemente católico, hay ahora mismo profundos dolores y lamentos clavados en el pecho de quienes sufren la desaparición forzada o el asesinato de sus hijos y piden justicia. “¿Cuál es la manera justa para un cristiano de hacer justicia?” pregunta el libro “Evangelios Molestos”. ¿A ese hombre que no es sólo un estómago que llenar, un maniquí que vestir, un bolsillo en donde echar una limosna, sino una criatura con derecho a ser comprendida y amada? La respuesta es amplia pero empieza por señalar que “ la caridad no puede lavarse las manos frente a la justicia”.
Entre los profundos dolores y lamentos están los provocados por la pederastia clerical y en ese rubro cito nuevamente a Bernardo Barranco.
“Si bien se ha notificado que el papa tomará contacto con intelectuales, obreros, empresarios, presos, indígenas, jóvenes y religiosos. Llama la atención que no esté contemplado ningún encuentro con víctimas de abuso sexual clerical ni mucho menos las víctimas de Maciel y de los Legionarios. El tema es uno de los silencios en la agenda de Francisco”.
En contraste, muy significativa será la visita que Francisco realizará el lunes 15 de febrero a San Cristobal de Las Casas, Chiapas, para rendirle reconocimiento al obispo Samuel Ruiz García, ideólogo de la Teología India, acudiendo a orar a su tumba vistiendo ornamentos litúrgicos bordados por indígenas. Hay que recordar cómo el truculento Jerónimo Prigione, delegado apostólico en México entre 1978 y 1997, descalificó con vehemencia el trabajo del obispo Ruiz en Chiapas al que trató sin éxito de destruir, por contradecir la visión pastoral oficial vaticana, de un evangelio concebido dentro del corsé de valores culturales occidentales y sus modelos de sociedad de consumo, en los que suele acumularse de manera injusta la riqueza. El obispo Samuel Ruiz entendía muy bien que Jesús evangelizaba desde una identificación con los marginados y los desposeídos, y eso será reivindicado por el Papa que viene del sur, en sentido opuesto a lo que se hizo con Samuel Ruiz u Oscar Arnulfo Romero en El Salvador durante el papado de Juan Pablo II.
Anticipamos sin embargo, una cobertura mediática de la visita que tratará de estar a tono con el guión color rosa de telenovela que los mexicanos han tenido que soportar desde hace mucho tiempo, pero más marcadamente durante el actual gobierno de Enrique Peña Nieto en el que la televisión ha sido instrumento super poderoso de gobierno.
Esperamos que el Papa Francisco se salga del libreto, que no se deje atrapar dentro de los calificativos empalagosos y superficiales que presentadores y comentaristas harán tratando de higienizar una realidad que no puede esconder su grave estado de descomposición.