Tegucigalpa, Honduras.- El ambientalista mexicano, Gustavo Castro Soto, testigo clave en el homicidio de la dirigente indigena Berta Cáceres, denunció que «el escenario del crimen fue modificado» y que teme por su vida en Honduras.La información la difundió a través de una carta pública que se dio a conocer este lunes por la tarde. En la carta, además relata los días difíciles que le ha tocado vivir tras el asesinato de la ambientalista.
A continuación se reproduce el documento íntegro:
Queridos amigos y amigas, familiares, compañeros en la lucha, desde estas tierras que vieron nacer y morir a nuestra querida amiga Berta, amiga entrañable, solidaria y mujer excepcional, les quiero dar las gracias por tanta solidaridad y cariño que poco a poco, en momentos en que puedo recibir mensajes, caigo en la cuenta de todo lo que allá afuera se mueve. No es fácil la señal acá, pero tampoco es fácil cuando se anda en mil declaraciones ministeriales.
Mientras acá las aguas son un torbellino. Los sicarios que han asesinado a Berta y que intentaron asesinarme siguen en la impunidad mientras el gobierno pretende socavar la memoria de Berta, el honor y la lucha magnifica que el Copinh ha hecho por tantos años en la defensa de la vida, los territorios y de los derechos humanos.
Vi morir a Berta en mis brazos, pero también vi su corazón sembrado en cada lucha que el Copinh ha realizado, en tantísima gente que la conocimos.
No hay lluvia que semeje tantas lágrimas derramadas por su partida, pero no hay tanta fuerza que asemeje la lucha lenca que se enfrenta día a día, palmo a palmo disputándose el territorio contra las grandes transnacionales. Mantienen una lucha inquebrantable contra más de 40 proyectos hidroeléctricos; contra decenas de proyectos mineros, y una lucha por recuperar sus territorios en mas de 50 puntos de su región ancestral y tan hermosa como es la hondureña. El Copinh marcha, camina, protesta, recupera, y extiende su mano solidaria con los movimientos.
Esa era también Berta.
El asesinato de Berta podrá significar para muchas empresas e intereses la oportunidad para avanzar sobre sus territorios. Pero el Copinh es más fuerte que nunca y necesitará de la solidaridad de todos y todas para sumarnos a su lucha, con solidaridad y con la memoria de Berta en nuestras manos.
Mientras el consulado mexicano acudió de inmediato en mi auxilio y no se han separado de mí, además de patrullas y policías, no significa que mi vida deja de correr peligro, y es cosa que el gobierno hondureño no quiere ver, intentando todavía hasta el día de hoy retenerme para controlar la información de mis declaraciones. Se han negado a darme copia de mis declaraciones. Me amenazan que si me voy a Tegucigalpa por mi seguridad, me enviarán ordenes de aprehensión preventiva. O que si salgo sin su consentimiento no habría acompañamiento de seguridad y será por nuestra cuenta.Yo no tengo delito, ya declaré, y las demás diligencias las puedo hacer desde mi país.
Me duele enormemente estar encerrado en la misma ciudad solo, mientras miles se congregan a unas cuadras para despedir a nuestra querida Berta. Pero les quiero decir que ahí estoy con ustedes, llorando a mares la perdida de Bertica, pero también agradeciendo a la vida haberla conocido y haberme inspirado tanto. Pero sé que tengo que salir, y el gobierno sigue preparando sus argucias para presentar ante al opinión pública que el asesinato de Berta se debió conflictos internos, cuando hay demandas contra quienes la habían querido asesinar, vinculando a la empresa hidroeléctrica protegida por el estado. Solo quieren indagar lo interno del Copinh para despedazarlo y acabar con una de las principales luchas y más emblemáticas de Honduras en los últimos 20 años.
Y es que mis declaraciones les estorban para culpar a quienes quieren meter a la cárcel. No escuché carros llegar ni irse cuando el asesinato; el escenario del crimen fue modificado y alterado; las pruebas de sangre y otras dejaron lìneas en blanco que luego pueden ser alteradas; mandan a declarar a la mayoría a gente del Copinh y no a los sospechosos tiempo atrás de estar intentando asesinar a Berta.
Hasta el día de hoy tuve atención médica oficial para las heridas y mientras una familia solidaria y otra doctora lo hicieron por solidaridad. Toda la madrugada de ayer y hasta bien entrada la noche pude cambiar mis ropas ensangrentadas pero retienen mi maleta sin devolvérmela. Si bien quedé en ayunas y en la tarde me ofrecieron algo de comer, no probé alimentos hasta el día de hoy, respondiendo preguntas, haciendo test y cuanta cosa se les va ocurriendo. Parece que se les olvida que soy víctima y en durante 48 horas no cerré los ojos, sin descansar, atendiendo sus diligencias. Pero lo más hermoso, siempre había gente del Copinh afuera, en la sala en cualquier momento, acompañando mi seguridad, silenciosos, atentos, maravillosos. Se siente el calor humano y solidario tremendamente. Se siente uno mas seguro con ellos que con mil policías.
Luego de dejar anoche el ministerio público y de ir al juzgado a declarar como testigo protegido, vestido con una túnica negra hasta los talones y con una capucha negra, regresé para más pruebas y preguntas; por fin me dieron oportunidad de cambiarme y trajeron mi maleta, pero se la volvieron a llevar. El cónsul se movió para encontrar un hotel mientras cientos y cientos iban arribando a la ciudad para despedir a Bertica. Nuevamente de madrugada logramos llegar a la habitación de un hotel y por fin descansar unas pocas horas porque el día de hoy partiríamos a Tegucigalpa. Pero llegaron para que viera fotos y videos e identificar al asesino que me encontré cara a cara, pero lamenté que todos los videos y fotografías eran de las marchas del Copinh, para que señalara quién de ellos había sido.
Pero no me han mostrado las caras de los dueños de las empresas o sus sicarios. En lugar de dos horas, fueron 4 horas de fotos y más preguntas de las mismas.
Llegaron ya cuando estábamos a punto de abordar la camioneta blindada del Cónsul rumbo a Tegucigalpa cuando llegan de esa ciudad los altos funcionarios de las fiscalías contra delitos contra la vida, y de la Agencia Técnica e Investigación Criminal, a solicitarme que me quede, que les ayude a la reconstrucción de los hechos. Lo consulté y creí conveniente quedarme, pero con la condición de que me dejen ir al velorio de Bertita, con la gente. Han accedido. Ah!, y que durante las horas largas de la reconstruccción de los hechos tengan cafecito, porque espero poder lograr y soportar reconstruir ese asesinato y calvario.
Espero que sea lo último que me pide este gobierno, porque aunque no quisiera están tentados a retenerme preventivamente, porque soy el único testigo. Pero la confusión no solo reina en nuestros corazones apachurrados por que tuvimos que sembrar a Bertica antes de tiempo, sino que en el mismo Ministerio Público y sus dependencias reina lo mismo. Bueno, accedí a ayudar en esta difícil prueba de la reconstrucción de los hechos. Por Bertica, por el Copinh, porque algún día se haga justicia y se expulsen de los territorios los proyectos de muerte y destrucción.
Gracias a tanta gente por su solidaridad, por estar pendientes de este pueblo valeroso. Gracias, de veras gracias, me ha emocionado hasta las lágrimas, todavía más, al ver que mi equipo de trabajo, que mis amigos y tanta gente, se hayan preocupado por denunciar esta situación.
Gustavo Castro Soto