Los abusos sexuales de un sacerdote contra un grupo de algunos chicos scouts entre los años setenta y 1991 son el principal objetivo de una investigación judicial que está sacudiendo la arquidiócesis de Lyon, en Francia. Está también en la mira el actual arzobispo, el cardenal Philippe Barbarin, una de las figuras más visibles de la iglesia francesa. A pesar de haber recibido el encargo de guiar la arquidiócesis en 2007, Barbarin ha sido acusado por las víctimas de haber encubierto al padre Bernard Preynat, que actualmente tiene 71 años y que fue suspendido de su ministerio en mayo del año pasado, después de que hubiera vuelto a surgir su caso.
El escándalo explotó justamente después de que la película Spotlight hubiera vuelto a encender los reflectores sobre la relación entre la Iglesia y la pederastia; la conducta del entonces joven padre Preynat, vicario parroquial en Saint-Foys-lès-Lyon, y en particular sus actividades con el grupo de scouts que él mismo fundó constituyen el centro de la investigación. Uno de los chicos, Bertrand Virieux (que hoy es cardiólogo), descubrió hace un par de años que aquel sacerdote que había abusado de él (y que en 1991 fue trasladado por el entonces arzobispo Albert Decourtray después de una serie de denuncias) todavía guiaba otra comunidad y desempeñaba actividades con chicos. Así, junto con los demás ex-scouts de Saint-Foys-lès-Lyon, comenzó a reunir testimonios mediante la asociación de víctimas La Parole Libérée. Reunieron unas cincuenta historias de abusos cometidos por el padre Preynat, y cuatro de ellas se convirtieron en denuncias formales. Y así comenzó la investigación de la procuraduría de Lyon, durante la cual el mismo sacerdote admitió sus responsabilidades.
Las víctimas acusan al cardenal Barbarin de corresponsabilidad y sostienen que los cargos en contra del padre Preynat eran bien conocidos en la diócesis. Ahora piden su renuncia. Pero el arzobispo de Lyon se defiende sosteniendo que nunca recibió nuevas denuncias contra el sacerdote después de 1991, por lo que habría seguido las decisiones de sus predecesores. Después de un periodo de algunos meses en un convento, habiendo madurado la convicción de que el sacerdote se había alejado de sus conductas del pasado, el mismo cardenal Decourtray volvió a admitirlo en el ministerio pastoral, siguiendo una práctica que en la época se seguía en otras diócesis. Esta decisión fue confirmada posteriormente por otros dos predecesores de Barbarin.
Frente a las nuevas certezas de la investigación, que reveló un escenario mucho más grave con respecto al que se había descrito a principios de los años noventa, la arquidiócesis de Lyon publicó un comunicado en el que asegura que el cardenal y la diócesis «colaborarán con serenidad y confianza con la justicia y ofrecerán a los investigadores toda la información de la que dispongan».
«Gracias al colectivo de las víctimas La Parole Libérée —indica la nota—, ahora sabemos que los hechos son mucho más numerosos y más graves de lo que parecía, pero también que no tenemos conocimiento de ningún hecho posterior a 1991. Fue en 2014 cuando el cardenal recibió por primera vez el testimonio directo de una víctima», y, «después de haber obtenido el parecer de Roma, decidió suspender al sacerdote en mayo de 2015, antes de la primera denuncia de una víctima a las autoridades judiciales».
«Barbarin —concluye la arquidiócesis de Lyon— renueva su apoyo a las víctimas y a sus familias y está cerca en la oración de todos los que han sido heridos por estos eventos dolorosos. Expresa la esperanza de que la justicia pueda actuar con la serenidad necesaria para comprender y verificar la verdad».
La Conferencia Episcopal de Francia expresó «su apoyo» al cardenal Barbarin, y expresó al mismo tiempo el propio dolor y su cercanía a las víctimas. También intervino para defender la actuación del arzobispo de Lyon, hace dos semanas, el director de la Sala de prensa vaticana, el padre Federico Lombardi. «Barbarie —dijo en una entrevista con la Radio Vaticana— no tomó absolutamente ninguna iniciativa para encubrir, sino que se encontró frente a una situación que databa de muchos años antes, en la que no tuvo acusaciones particulares, y siempre ha afrontado la cuestión con extrema responsabilidad. No considero que las palabras del Papa sobre los obispos responsables de encubrir casos de pederastia puedan referirse a este caso, que es delicado y complejo, y en el que creo que el cardenal se está moviendo con mucha responsabilidad».
«Desde que soy obispo —recordó Barbarin en una entrevista con el periódico francés ‘La Croix’—, cada vez que se me ha señalado un abuso he suspendido al sacerdote y alertado a las autoridades judiciales: sucedió en Lyon en 2007 y en 2014. Pero con el caso del padre Preynat la situación es diferente, porque se trata de hechos del pasado por los cuales yo no recibí ninguna denuncia, ni ningún indicio de recaídas Mi única preocupación es que no se cometan más males».