Resultó ser un encuentro más grato que el haber entrevistado a tantos de esos políticos que en mi país se han servido del poder
Mucha gente me dijo que «no se trataba de una zarigüeya, sino un tlacuache».
Hasta donde entiendo, «tlacuache» es el nombre de origen nahuatl que se le otorga a este animal en México, conocido también como zarigüeya u Opossum y que recibe otros nombres en diferentes países.
Más allá del nombre de mi inesperado visitante nocturno, el caso es que le encontré echado en una esquina de mi cocina visiblemente desconcertado ante el hecho de toparse conmigo sin saber qué hacer. Le abrí la puerta, pero mi efímero huésped no se movía un centímetro, sólo me veía como esperando no se qué.
Después de alrededor de 45 minutos, un amigo llegó a casa y con una caja de cartón, me ayudó a regresarlo con delicadeza y sin mayor problema a su destino.
No me pareció ser un animal de buen aspecto, para ser honestos, pero me inspiró mucha ternura. Al principio, con miedo mutuo, me veía y yo lo veía como si quisiéramos comprendernos. Le decía que entendía que éramos nosotros, los humanos, quienes habíamos invadido su hábitat, que tenía todo el derecho del mundo de salir a buscarse la vida y que no estaba yo enojado de que se haya atrevido a meterse hasta la cocina.
Me resulto de hecho un encuentro mucho más agradable que las entrevistas que a lo largo de mi carrera periodística le he tenido que realizar a otro tipo de animales que atacan de mil formas a la gente desde el poder político.
Les dejo con un breve y casero video que registró parte del momento, para compartirlo con ustedes «Entre Noticias».
Rubén Luengas/Entre Noticias