Por Alberto Vila
La infoxicación, sobrecarga informativa o infobesidad, es el exceso de información provocada por la profusión de contenidos a disposición de los usuarios. El término proviene del inglés “information overload”, que fue utilizado en 1970 en “El Shock del Futuro”, de Alvin Toffler. Es un fenómeno afecta especialmente a los profesionales del conocimiento, a casi todos los directores en una organización, a todos los usuarios de Internet y, en mayor o menor medida, a los consumidores del caudal informativo. En general, como se ve, pocas personas se libran de sus consecuencias. Los gabinetes de comunicación de las corporaciones y gobiernos lo saben perfectamente.
Si a ello añadimos el fenómeno de los “medios fríos”, es decir que requieren poca implicación personal en su interpretación, como pueden ser los audiovisuales. Entonces, ya tenemos un rebaño de consumidores poco críticos con la intención de dichos contenidos. Esto puede suponer, conspiranoias aparte, una gran operación de ingeniería social para someter la voluntad colectiva a la que dictan los propietarios de los pocos grupos mediáticos que concentran la oferta de información. Es allí, no lo duden, el reino de la postverdad. Pero, con la llegada de Internet, ese monopolio se quebró. Por tanto, optaron por el exceso de información, a sabiendas que puede producir un efecto narcótico en los públicos, de modo de recortar su capacidad analítica, con lo que se produce la inoculación de los mensajes “infoxicados”. Se habla y escribe mucho de corrupción, pero sin consecuencias sobre las causas de la misma. En ese momento, todo lo que se le diga a esas personas es posible como “postverdadero”. Y Rajoy logra el mejor resultado de entre todas las opciones posibles. (ver http://diario16.com/los-patriotas-la-evidencia-y-las-mentiras-de-la-postverdad/)
Créalo, contar con demasiada información para tomar una decisión o permanecer exclusivamente informado sobre un determinado tema; disponer de grandes cantidades de información histórica para analizar, una alta tasa de nueva información añadida; advertir contradicciones en la información disponible, caso este muy frecuente en el universo digital.; y, además, si ha sentido algún síntoma como el agobio o ahogo derivado de la cantidad de datos o informaciones disponibles, la parálisis por un volumen ingente de información o el desconcierto ante tanto contenido sobre un tema, no lo dude, ha sido presa de la infoxicación, está preparada para aceptar las postverdades.
Podría decirse que es la enfermedad de la sociedad digital de principios del siglo XXI. La peor consecuencia de su actuación es que nos paraliza y nos impide avanzar hacia los objetivos que nos hemos propuesto ya sean individuales o colectivos como sociedad. Lo consiguen por la mera saturación informativa. El efecto de dificultar la identificación de información relevante para las decisiones trascendentes o la ausencia de un método para comparar y procesar diferentes tipos de información contradictoria, suelen contribuir a este efecto. Con lo que el poder se siente seguro de haber narcotizado a los públicos. Narcotizar es desinformar. Es una de las técnicas de la también llamada manipulación informativa o manipulación mediática. Es la acción y efecto que procura en los sujetos el desconocimiento o ignorancia, evitando así la divulgación del conocimiento de datos, argumentos, noticias o información desfavorable a quien desea desinformar. Esta acción se da en los medios de comunicación masiva, pero estos no son los únicos por los cuales se puede dar una desinformación. En realidad, a lo largo de la historia se dio en países autoritarios o en sectas religiosas que tienen “lecturas prohibidas”, como el famoso “Index Librorum Prohibitorum” de 1551, derivado del Concilio de Trento. También los gobiernos que no aceptan medios de prensa de la oposición o del extranjero prohíben.
En todos los casos es una ocultación de la información. Aquí en España algo recordamos, ¿no?
Por ese motivo, el gobierno y los poderes fácticos, que tienen el control total de legislación y recursos, no desean permitir que exista una prensa libre que filtre la información veraz que los ponga al descubierto. Pero la democracia de los ciudadanos y la prensa libre todavía no han sido neutralizadas.
¿Permitirá usted que eso ocurra y que se extienda la oscuridad sobre la verdad?
Artículo originalmente publicado por Alberto Vila en Diario 16