«Bebés asesinados en Kuwait por el ejército de Irak»: una gran mentira que conmovió al mundo en la era de George Bush padre. ¿El engaño se repite?
La realidad es que la niña que conmovió con sus lágrimas a quienes la escuchaban en el legislativo estadounidense, y la vieron y escucharon después en los medios de comunicación, era en realidad la hija del embajador de Kuwait en los Estados Unidos y su declaración era parte de la campaña mediática montada por la agencia de relaciones públicas Hill & Knowlton (H&K), la mayor compañía publicitaria del mundo en ese entonces, que trabajaba para el gobierno kuwaití. H&K contaba con buenos amigos en los más altos niveles del gobierno, tanto demócratas como republicanos: el director de la oficina de Washington, Craig Fuller, era íntimo amigo y asesor político del presidente George H. W. Bush; Robert Gray, el presidente de H&K/USA, desempeñó un papel clave en las dos campañas presidenciales de Ronald Reagan; Lauri Fitz-Pegado, la directora de la oficina de Kuwait, fue empleada de Ron Brown, el primer secretario de Comercio del gobierno de Clinton; y Thomas Ross, el vicepresidente ejecutivo, fue portavoz del Pentágono del gobierno de Jimmy Carter.
Las ocupaciones militares son siempre brutales, y seis meses de ocupación de Kuwait por parte Iraq no fue una excepción. Pero debido a que los estadounidenses no tenían mucho afecto que digamos por Kuwait, se realizó el montaje de propaganda de que el ejército iraquí era culpable de atrocidades al estilo de los nazis.
Una gigantesca y abominable mentira para justificar la guerra
Investigaciones realizadas por la organización Amnistía Internacional, Human Rights Watch y las de periodistas independientes, demostrarían que la historia era completamente falsa. Una pieza crucial de propaganda de guerra que, en el mejor de los casos, los medios de comunicación estadounidenses se tragaron por completo, habiendo sido en realidad de una fabricación.
The Washington Post 7 de enero de 1992
Traducción al español
Según el autor Robin Andersen en su libro A Century of Media, a Century of War, Hill & Knowlton había gastado un millón de dólares en estudios de sondeos de opinión pública llamados en inglés «focus groups» para determinar la mejor manera de conseguir que los estadounidenses respaldaran la guerra. El resultado de los estudios fue que la fabricación de una «atrocidad» era la manera más efectiva para lograr el apoyo deseado a la guerra de Bush padre en el Golfo Pérsico.
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Reflexión Entre Noticias
Lo anterior es sólo un ejemplo de los perversos diseños de propaganda utilizados en las últimas décadas para lograr apoyo a la guerra y a la utilización de armamento bélico.
Ante lo ocurrido recientemente en Siria, los medios de comunicación pueden optar por convertirse en voceros de los amos de las guerras o por ejercer un periodismo de investigación que arroje luz hacia la situación de salvajismo y barbarie en que se encuentra el mundo.
El gran periodista polaco Ryszard Kapuscinski escribió que “para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias”.
Una buena persona entonces que ejerce el periodismo, podrá mantener su mirada subjetiva pero honesta para describir desde su lugar específico lo que sinceramente ve, ya sea éste literalmente un lugar físico concreto o su lugar social o económico en el que esté inmerso.
Necesitamos de esos buenos seres humanos para que, aún en contra de sus creencias y prejuicios, hagan el esfuerzo por investigar, comparar, distinguir, separar y desdoblar realidades tan complejas y dolorosas como la de Siria, para hacerlas más inteligibles y coadyuvar a la identificación y denuncia de los responsables. Esfuerzo que requiere tomar distancia del maniqueísmo propagandístico que sin rigor alguno pretende decirle al público quiénes son los buenos y quiénes son los malos, dejando impunes mentes perversas que operan desde las sombras.
Recordemos como siempre que estaba a punto de lanzar una nueva agresión, Adolfo Hitler acusaba a sus enemigos de barbaridades manipuladas o que nunca ocurrieron. Sus voceros y los medios repetían esas mentiras una y otra vez, y luego los nazis lanzaban sus ataques.
Las víctimas de Siria son muy reales, pero estamos ante un escenario en el que muchos que se presumen «buenos», son en realidad hijos de la maldad más despiadada.
Edward Bernays: padre de la propaganda
Rubén Luengas/Entre Noticias