El Papa sostiene una fotografía de una víctima de Nagasaki a bordo del vuelo hacia Chile, donde inicia su sexto viaje a América Latina.
“Sí, realmente tengo miedo. Estamos al límite. Basta un incidente para desencadenar la guerra. No se puede correr el riesgo de que la situación precipite. Por lo tanto es preciso destruir las armas nucleares”, aseguró.
Francisco regaló a los periodistas que le acompañaban en el avión una fotografía tomada en 1945 en Nagasaki por el fotógrafo estadounidense Joseph Roger O’Donnell. En ella aparece un niño esperando a las puertas del crematorio con su hermano pequeño muerto cargado a la espalda. Una imagen que simboliza mejor que ninguna otra la destrucción tras el lanzamiento de la bomba atómica en la ciudad japonesa y a la que el Pontífice ha acompañado con una frase:
Se trata de la misma foto que la Oficina de Prensa del Vaticano distribuyó los últimos días de 2017, acompañada por un breve texto del Pontífice que destacaba «la tristeza del niño» representada en sus labios «mordidos y rezumados de sangre».
Según Bernardo Barranco, especialista en temas religiosos, «la visita a Chile puede guardar una sorpresa. Un contundente posicionamiento de Francisco sobre el derecho al acceso al mar que ha demandado históricamente Bolivia. El Papa ya ha apoyado públicamente dicha pretensión, desde su viaje en 2015. En términos geopolíticos, es tema tabú, la diplomacia chilena ha procurado que el Papa se abstenga de dar opiniones sobre el problema con Bolivia hasta que se pronuncie el tribunal de La Haya, a finales de 2018».
Las expectativas de su visita son sociales, religiosas y hasta geopolíticas. Entretelones de la visita de Francisco a Chile y Perú. Mi artículo: https://t.co/pqwA9bQHjb pic.twitter.com/mRQOlGC3eV
— Bernardo Barranco (@Bernar2Barranco) 10 de enero de 2018
Agencias