Según un funcionario mexicano, Trump «perdió los estribos» durante la conversación con su homólogo mexicano.
De acuerdo con The Washington Post, la llamada calificada por el diario de «irascible», tuvo una duración de 50 minutos el pasado 20 de febrero, cuyo contenido canceló la posibilidad de la visita de Peña Nieto después de que Trump se negara a aceptar en público la posición de México de que no financiará el muro fronterizo entre ambos países.
Trump prometió el muro durante la campaña por la presidencia, a menudo haciendo que las multitudes respondieran “México” cuando él preguntaba quién pagaría por la construcción del muro.
Tanto las fuentes estadunidenses como las mexicanas confirmaron que fue el deseo de Peña Nieto evitar una situación embarazosa, añadida a la inflexibilidad de Trump, lo que terminó por descarrilar los planes de la visita.
El periódico añadió que los funcionarios estadunidenses describieron a Trump como frustrado y exasperado porque creía que no era razonable que Peña Nieto quisiera que él dejara de cumplir su promesa de campaña de obligar a México a pagar el muro.
«Los dos líderes estuvieron de acuerdo en que no era el momento adecuado para una visita, pero que harían que sus equipos continúen conversando y trabajando juntos», dijo un funcionario citado por El Post.
After testy call with Trump over border wall, Mexican president shelves plan to visit White House https://t.co/2xqNdozr3F
— Washington Post (@washingtonpost) 25 de febrero de 2018
Reflexión Entre Noticias
Debe ser apasionante para psiquiatras y psicólogos tratar de indagar en la mente de alguien como Donald Trump, quien pretende dividir a la sociedad, no sólo entre estadounidenses y extranjeros, sino entre buenos y malos, según sus parámetros mentales cargados de prejuicios, etiquetas y signos inequívocos propias de narcisismo y megalomanía.
La irrupción de Trump en el escenario del poder político estadounidense, ha liberado demonios que estaban escondidos en las formas de lo políticamente correcto, convertidos ahora en desertores de sus guaridas para exhibir a plena luz del día el veneno de su xenofobia, en un país que encarna ambas: la sociedad más moderna y la más cerrada, ignorante y obtusa del mundo desarrollado.
El choque entre esas sociedades está contribuyendo, desde antes de la llegada de Trump a la Casa Blanca, pero con él en la presidencia de manera más desinhibida, a una creciente polarización político-social intestina de la sociedad estadounidense.