«En general, los hombres juzgan más por los ojos que por la inteligencia, pues todos pueden ver, pero pocos comprenden lo que ven». (Nicolás Maquiavelo)
El periodista Carlos Loret de Mola publicó el mes de enero en El Universal un texto en el que dice que «fuentes enteradas» le contaron que la instrucción presidencial de Peña Nieto para su gabinete es: «Hagan lo que tengan que hacer, pero ganen la elección del primero de julio».
Ganar esa elección para los intereses que Peña Nieto representa, podría no significar necesariamente que el rostro del triunfo fuera el de Meade, sino el de la doctrina neoliberal entreguista y depredadora que impera en México, avalada por Anaya y los partidos en los que se apoya para buscar la presidencia. Doctrina que de ninguna manera se reduce al ámbito de lo estrictamente económico, sino que abarca toda una concepción global de la política y la geopolítica, la educación, el derecho, la sociedad, la ética y hasta de la razón ontológica de la existencia humana, misma que el neoliberalismo sintetiza en la frase: «consumo luego existo». Tergiversación de la frase de René Descartes conocida como Duda Metódica utilizada por el filósofo en su obra «El Discurso del Método: «Pienso, luego existo»
Tenemos el antecedente del arribo al poder de Vicente Fox en el año 2000 que fue una «transición pactada» para oxigenar al régimen que enfrentaba una profunda crisis.
En noviembre de 2002 el semanario Proceso informaba lo siguiente:
Sin que entonces se hubiera producido desmentido alguno, Proceso 1238 reveló que, entre el 8 y el 10 de julio de 2000, Ernesto Zedillo y Vicente Fox disfrutaron de las playas, instalaciones y manjares de uno de los banqueros más beneficiados por el Fobaproa zedillista, primero, y, más tarde, por la operación de compraventa que, en el gobierno foxista, puso en manos extranjeras el capital de Banamex».
«La primera vez que me engañes, será culpa tuya; la segunda vez, la culpa será mía» (proverbio árabe)
El neoliberalismo en México empieza a dar sus primeros pasos con el gobierno de Miguel de la Madrid (1982-1988) y el ingreso del país al Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT). Sin embargo, es con Carlos Salinas de Gortari cuando el neoliberalismo se instala en Los Pinos, haciendo una alianza con el PAN, que por aquellos tiempos contaba con la figura vigorosa y muy influyente del abogado Diego Fernández de Cevallos, el mismo que escolta 30 años después al joven elocuente Ricardo Anaya, quien aspira al igual que José Antonio Meade, a seguir instrumentando los principios del neoliberalismo y su falacia de contar con una mano invisible capaz de regular la economía. Mano que, como dijera el filósofo Zygmunt Bauman: «Puede que sea invisible pero no hay duda de a quién pertenece esa mano y quien dirige sus movimientos».
Ricardo Anaya inició su carrera partidista en el Frente Juvenil Revolucionario (ahora Red de Jóvenes por México del PRI) para luego irse a Acción Juvenil del PAN donde fue catapultado para ser el encargado del Instituto Estatal Juvenil de Querétaro, y desde ahí llegar hasta la presidencia del PAN y a la candidatura presidencial.
¿Quiere el sistema ahora, de cara al primero de julio, hacer de Ricardo Anaya una víctima para darle credibilidad «opositora» a su presunto «plan B» o no existe dicho «plan B» y en verdad quiere golpearle para sacarlo de la carrera presidencial y buscar hacer competitivo a un José Antonio Meade que no levanta?
Bien vale la pena en este contexto recordar las palabras de Robert Lansing, secretario de Estado norteamericano entre 1915-1920 bajo la presidencia de Woodrow Wilson:
Habrá que tener un poco de paciencia y sentarse a observar y a esperar a ver cuál es el desenlace de esta maraña, y ver también a quienes beneficia. Maraña en la que Fernández de Ceballos y su colmillo retorcido están desempeñando a todas luces un papel estelar.
Rubén Luengas/Entre Noticias