53 años del «domingo sangriento» que aceleró la conquista de los Derechos Civiles en EU

Un poco de memoria le viene bien a esta sociedad tan atrapada en la ignorancia y el olvido programados.

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La brutal acción policial fue vista en directo por los estadounidenses a través de sus televisores conmocionando al país.

Un episodio que permanece indeleble de manera muy particular en la memoria de los afroamericanos, en el contexto de la lucha por sus derechos a mediados del siglo XX, es sin duda el «Domingo sangriento» de Selma, en el sureño estado de Alabama.

Era domingo aquel 7 de marzo de 1965 cuando alrededor de 600 ciudadanos negros participaban en una marcha a favor de los derechos civiles en Selma, importante bastión del racismo en el sur del país en ese tiempo.

Entre otras cosas, a pesar de que a la población negra se les reconocía oficialmente el derecho a votar, en la práctica se les negaba la posibilidad de ejercerlo con la utilización de múltiples pretextos, mientras apenas un 2% de ellos tenía acceso a las urnas.

Aquel domingo del mes de marzo, a tres días de cumplirse 53 años, se encontraron frente a frente unos manifestantes valientes movidos por una causa justa y policías estatales de Alabama, protegidos con cascos y máscaras de gas y armados con garrotes. La policía desplegó una injustificable violencia contra los manifestantes en el puente Edmund Pettus, a la salida de la ciudad. Una represión tan brutal que el 7 de marzo de 1965 ha pasado a la historia como «el domingo sangriento».

Lo que hizo que aquellas escenas quedaran grabadas en el recuerdo colectivo fue la fuerza bruta empleada aquél domingo envuelto en las nubes de humo del gas lacrimógeno. Cincuenta y tres años después, aquellas imágenes siguen siendo recordadas como parte de una gran vergüenza nacional: golpes secos de las macanas, los caballos de la policía a la carga, los vendajes ensangrentados, los huesos rotos, los cráneos fracturados de las víctimas del odio y el racismo.

Selma y su sangrienta jornada inspiraron a miles de personas que lideradas por Martin Luther King iniciaron dos semanas más tarde una marcha histórica hacia Montgomery. 90 kilómetros de camino, esperanzas, sueños y lucha que finalmente lograron su objetivo.

El 6 de agosto de 1965, el presidente demócrata Lyndon B. Johnson firmaba la Ley de Derecho al Voto (en inglés Voting Rights Act of 1965), garantizando a todos el derecho a sufragar.

Durante años, el sheriff Jim Clark había perseguido y acorralado a quienes reclamaban su legítimo derecho a votar, mientras aquel domingo, Clark estuvo personalmente al frente cuando sus agentes propinaron a los manifestantes todo tipo de golpes.

George C. Wallace era el gobernador de Alabama

Wallace había logrado ganar las elecciones para la gubernatura de Alabama en 1962, 1970, 1974 y 1982. Se retiró tras su último mandato, en enero de 1987. Durante el discurso inaugural que pronunció el 14 de enero de 1963 (luego de ganar su primer mandato como gobernador) y que le había escrito un conocido miembro del Ku Klux Klan, Asa Carter, Wallace prometió proteger al pueblo anglosajón de la “amenaza de una amalgama comunista con los negros” y concluyó con una frase que lo perseguiría durante toda su vida: Segregación hoy, segregación mañana, segregación para siempre”.

 
El gobernador se hizo famoso por plantarse ese mismo año de 1963 a la entrada de la Universidad de Alabama para impedir el ingreso de dos estudiantes negros a ese centro de estudios, que hasta entonces era solamente para blancos.

Wallace nació el 25 de agosto de 1919 y se casó tres veces. Murió de un paro cardíaco y respiratorio.El estado de salud de Wallace se fue deteriorando cada vez más desde el atentado que sufrió en 1972, cometido por Arthur Bremer, un joven desempleado de 21 años. Desde entonces utilizaba una silla de ruedas.

Imagen televisiva: El momento que Arthur Bremer atenta en 1972 en Maryland contra George Wallace.

En noviembre de 2007 a los 57 años, Arthur Bremer fue liberado después de 35 años por haber tenido buen comportamiento en prisión, pero con restricciones que le ordenaban mantenerse lejos de funcionarios electos por voto popular y de candidatos.

A partir de 1979, el ex gobernador de Alabama inició una campaña de disculpas y explicaciones revisionistas, destinada a borrar el término racista de su epitafio. Reconoció sus errores y con los ojos llenos de lágrimas, pidió perdón a la comunidad negra. Incluso en su posterior gobernación designó más negros que cualquiera de sus predecesores o sucesores en Alabama.

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