«Pero, tratándose de Marco Rubio, este desprecio por México. Esta tendencia a ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio, viene de lejos.»: Jaime Hernández
Pequeño Marco Rubio. Así bautizó Donald Trump al senador republicano por Florida al fragor de la contienda por la presidencia en 2016. En aquel entonces, la intención del actual presidente de EU era la de empequeñecer o jibarizar la candidatura presidencial de quien se presentaba a sí mismo como la primera gran promesa hispana para ocupar la Casa Blanca.
Hoy, tras su pronunciamiento contra México —por su decisión no sólo de mantenerse al margen de la campaña que busca el primer Golpe de Estado a escala planetaria contra el presidente, Nicolás Maduro, sino de evitar un baño de sangre en Venezuela—, Marco Rubio ha demostrado que, en efecto, es un político de escasa estatura.
Y, si no juzguen por ustedes mismos.
Tras la decisión del presidente Andrés Manuel López Obrador, de aferrarse a los principios de la Constitución y mantener viva la esperanza de una solución negociada en Venezuela, Marco Rubio se ha declarado decepcionado.
Podría decirse que, si no fuera por México, Marco Rubio ya habría encendido la mecha de una guerra que, al parecer, ya tiene fecha de inicio.
Mediante un tuit, que al parecer es la moda para definir políticas o lanzar proclamas a escala planetaria, el senador por Florida lamentó la decisión de México de permanecer neutral.
O, sea, de no sumarse de forma automática a la decisión de Washington de “echarle montón” al gobierno de Venezuela.
“Tenía la esperanza de que podríamos redefinir la relación entre Estados Unidos y México como una asociación estratégica… No es una relación de ayuda de Estados Unidos… Una alianza para abordar nuestros retos comunes.
Pero el apoyo inexplicable del nuevo gobierno a Maduro ha puesto todo eso en duda”, fin de tuit.
Resulta interesante el grado de indignación de Rubio cuando se trata de Cuba o Venezuela. Esto, al parecer, define el carácter binario de sus obsesiones, preocupaciones o intereses.
Particularmente, cuando se le han cruzado por el camino los intereses de un país como México que, dicho sea de paso, es un socio estratégico de EU del que depende su seguridad y una considerable porción de su intercambio comercial.
¿Habría que recordarle a Marco Rubio que México es el tercer socio comercial de EU?
Más allá del juicio que a cada cual le merezca el gobierno de Nicolás Maduro, el tuit de Marco Rubio rebosa soberbia. Pero, sobre todo, falta de inteligencia política.
¿Acaso el pequeño Marco Rubio se ha puesto a pensar en el enorme esfuerzo del gobierno de México para contener la estampida migratoria que empuja desde Centroamérica?
¿Pensó en esos intereses que, como hermanos siameses condenados a entenderse, comparten México y EU en materia comercial y de seguridad fronteriza?
Supongo que no.
Pero, tratándose de Marco Rubio, este desprecio por México. Esta tendencia a ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio, viene de lejos.
Como botón de muestra, la actitud del pequeño Marco Rubio durante el tortuoso proceso de confirmación de Roberta Jacobson como embajadora de México durante ese aciago año de 2016.
Para aquellos que tienen la memoria flaca, habría que recordar la feroz oposición que Marco Rubio presentó durante casi un año a la confirmación de Roberta Jacobson como embajadora de EU en México.
Durante meses, Rubio acusó injustificadamente a Jacobson de “manipular” el informe que permitió sacar a Cuba de la lista de países que no cumplen en la lucha contra el tráfico de personas.
Además, se empleó a fondo para recriminar a Jacobson su “lentitud” a la hora de responder a los abusos cometidos por el gobierno venezolano de Nicolás Maduro.
Por si fuera poco, Rubio también incluyó en sus reparos la supuesta falta de transparencia del gobierno de Barack Obama para informar sobre las negociaciones y las peticiones presentadas a México para obtener la extradición de Joaquín “El Chapo” Guzmán.
Con estos argumentos marcados por el oportunismo y la inconsistencia, Rubio le hizo un daño innecesario a la relación entre México y EU.
¿Con estos antecedentes es posible creer ahora en las “dudas” y la “sinceridad” del pequeño Marco Rubio a la hora de reclamarle al gobierno de México su “pasividad” a la hora de condenar al gobierno legítimo de Venezuela?
J. Jaime Hernández ha sido reportero de radio, de prensa escrita y editor de noticiarios en televisión antes de iniciarse como corresponsal en el extranjero (un oficio de más de 30 años) en ciudades como Madrid, Bruselas y París, Los Angeles y Washington. Ha cubierto guerras en Irak, Afganistán, Líbano, en la antigua Yugoslavia, en el Golfo Pérsico y Haití. Ha sido corresponsal de distintos medios internacionales en España, Francia, Bélgica y EU durante tres décadas. Actualmente es editor de La Jornada Sin Fronteras. Twitter: @jaimejourno