La primera ministra precisó que los sospechosos no estaban fichados y estaban «fuera del radar» de los servicios de inteligencia.
«Está claro que esto solo puede ser descrito como un ataque terrorista. Por lo que sabemos, parece haber sido bien planeado», dijo la primera ministra, Jacinda Ardern, en una comparecencia transmitida en directo desde Wellington, en la que expresó «la condena más fuerte posible contra la ideología» de los responsables.
En los ataques, que se produjeron a plena luz del día y en momentos en que los centenares de musulmanes realizaban la oración de los viernes, murieron 41 personas en la mezquita de Al Noor, muy cerca del Jardín Botánico, y otras 7 en la mezquita de Linwood, a unos 6,5 kilómetros al este de la primera.
Otra persona murió después en un hospital de la ciudad donde se atiende a unas 48 personas heridas de bala, entre ellos niños.
El ataque de Al Noor fue transmitido en vídeo durante 17 minutos por el atacante y en las imágenes se ve cómo el individuo recorre las habitaciones de la mezquita y dispara a bocajarro con armas semiautomáticas contra personas indefensas.
¿Por qué el autor de la masacre en Nueva Zelanda pudo transmitir en vivo por redes sociales su ataque? https://t.co/yqNEZKp2QB pic.twitter.com/mcmQO3zqXF
— Noticias Caracol (@NoticiasCaracol) 15 de marzo de 2019
«Había un banco, puse la mitad de mi cuerpo debajo y mis piernas quedaron fuera, intentado que pareciera que no respiraba y él cambió los cargadores siete veces…. Se fue a los diferentes compartimentos y disparó por doquier», dijo Farid Ahmed a la prensa.
El equipo nacional de críquet de Bangladesh escapó ileso al tiroteo en una de las dos mezquitas porque «el ataque ocurrió antes de que llegaran al lugar», dijo a Efe el director ejecutivo de la Junta de Críquet de Bangladesh, Nizamuddin Chowdhury.
El agresor, que vestía ropa militar y habría publicado en las redes sociales un manifiesto con calificativos peyorativos contra los musulmanes, se cree que es Brenton Tarrant, un ciudadano australiano de 28 años de edad de la localidad de Grafton.
Pero el comisionado de la Policía neozelandesa, Mike Bush, se negó a identificar al atacante, al limitarse a decir que «tiene casi treinta años y comparecerá ante los tribunales mañana» para responder a cargos por asesinato por cada una de las víctimas.
Las autoridades no han dado información sobre el tiroteo en Linwood e incluso Bush, al ser preguntado si una persona es responsable de los dos ataques, se limitó a decir: «una persona ha sido acusada y no sería apropiado dar detalles ahora».
Lo que sí se ha confirmado es la detención de cuatro personas armadas, tres de ellas presuntamente vinculadas al ataque, que incluye al australiano, y otra que fue puesta en libertad.
Ninguna de estas personas estaba en la lista de sospechosos de Nueva Zelanda.
La Policía halló armas de fuego en las mezquitas y dos explosivos en dos vehículos vinculados a los ataques, uno de los cuales ha sido desactivado.
Tras los tiroteos, la apacible ciudad de Christchurch, que quedó devastada e 2011 por un poderoso terremoto que mató a 185 personas, quedó temporalmente bajo una orden de confinamiento, a la vez que se elevó la alerta de seguridad de baja a alta en todo el país.
Ahora ya «no hay otras amenazas desde que respondimos a estos incidentes», afirmó Bush por la noche, al referirse a estos ataques que se presumen motivados por ideas supremacistas blancas.
La jefa del Ejecutvio dijo que su país fue blanco de estos ataques por sus valores de tolerancia, multiculturalidad y respeto hacia los demás.
«Representamos la diversidad y la compasión, un hogar para aquellos que comparten nuestros valores, un refugio para aquellos que lo necesitan. Y esos valores no serán vapuleados por estos ataques. Somos una nación orgullosa de más de 200 orígenes étnicos y 160 lenguas», enfatizó la mandataria.
En medio del horror y las condenas internacionales, entre ellas las del presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, Christchurch anochece de luto tras el «día más sombrío» desde 1943, cuando 48 japoneses murieron en un motín en un campo de prisioneros de guerra.
Dependiendo quienes sean las víctimas, así es el tratamiento que le dan los medios de comunicación, a la masacre en Nueva Zelanda no la llaman "ataque terrorista", CNN se atreve a llamarle "incidente".
Las mafias de la guerra han generado tanto odio…#Christchurch #NewZealand pic.twitter.com/yl3RAB8Far— Palestina (@PaIestina) 15 de marzo de 2019
EFE