Día Internacional de la Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina

La mutilación genital femenina es una de las expresiones más radicales y crueles de la violencia de género por ello el 6 de febrero fue declarado el Día de Tolerancia Cero a esta práctica por Naciones Unidas.

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Más de 200 millones de mujeres y niñas sufren en 30 países del mundo la mutilación genital femenina bajo argumentos basados en creencias religiosas y tradicionales. Muchas de las comunidades que practican la mutilación lo consideran un rito necesario para que las mujeres y niñas sean aceptadas en la sociedad.

Naciones Unidas considera esta práctica una violación a los derechos humanos de las niñas y las mujeres. Esta se divide en cuatro tipos: la denominada clitoridectomía (una resección parcial o total del clítoris o solo su prepucio); la resección parcial o total del clítoris y labios menores; el estrechamiento de la abertura vaginal que se sella al cortar los labios mayores cosiéndolos; y la perforación, incisión, raspado o cauterización de toda la zona genital.

Problema global

El Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) refleja que la ablación genital se concentra en 30 países de África y Medio Oriente, aunque afirma que es un problema universal.

Las migraciones internacionales han trasladado este ritual a otros países del mundo y en Europa también hay víctimas. Por ejemplo, en España residen 69.086 mujeres de ellas 18.396 son niñas o adolescentes en edades propensas a sufrir la ablación.

A pesar de que esté asociada a creencias religiosas, el informe del UNFPA arrojó que alrededor de los años 1950, la clitoridectomía se realizaba en Europa occidental y en los Estados Unidos para tratar lo que era considerado una enfermedad como la masturbación, la histeria, así como la epilepsia, los desórdenes mentales, la ninfomanía y la melancolía.

Consecuencias para la salud

Sin embargo su realización constituye un atentado contra sus derechos de salud sexual y reproductiva y niega el derecho al placer y a la integridad del propio cuerpo. Esta práctica atenta contra la salud pues sus víctimas tienen mayores probabilidades de ser infértiles y propensas a morir al dar a luz.

Asimismo, aumenta los riesgos de hemorragias e inflamación de los tejidos genitales, infecciones como el tétanos, problemas urinarios, estados de shock, mortalidad neonatal y sobre todo serios problemas psicológicos y traumáticos.

Legalidad

La Unión Europea desarrolló una legislación que prohíbe explícitamente la mutilación y reconoce el riesgo de millones de mujeres y niñas que viven con las consecuencias o están en riesgo. Por otra parte, en los países de origen la ablación se despenaliza de manera cíclica de acuerdo a la postura gubernamental.

Para la agencia de Naciones Unidas independientemente que la práctica tranversaliza condiciones económicas religiosas y culturales, remite a una profunda desigualdad de género que provoca el acceso restringido a la educación y al mercado laboral de las mujeres.

Sobre esto recae, además, las imposiciones patriarcales entorno a valores estéticos. Particularmente, en la creencia de con los órganos sexuales mutilados los hombres garantiza la virginidad prematrimonial de sus esposas y posterior fidelidad.

Naciones Unidas adoptó el 6 de febrero el día de Tolerancia Cero a la Mutilación Genital Femenina y asegura que aunque sea una práctica milenaria tiene motivos para pensar que puede erradicarse para el 2030.

La noticia de la prohibición de la mutilación femenina en Sierra Leona hace unas semanas brindó un poco de luz a ese propósito mundial. LA ONU asegura que nueve de cada diez mujeres han sufrida esta práctica en ese país.

Sin embargo, Lisa Camara afirma que que con una legalización no es suficiente. Su país, Gambia prohibió la mutilación femenina en el 2015, sin embargo la práctica no ha terminado, ahora se realiza en la clandestinidad y en permanente impunidad.

«La ley ha llevado la mutilación a la clandestinidad. Ahora los bebés están siendo mutilados cuando apenas tienen meses. En algunos países, las niñas son mutiladas cuando son mayores y pueden tener más oportunidades de escapar. En Gambia no tienes la oportunidad de escapar, te cortan antes de que entiendas lo que significa ese proceso», dijo Camara.

Camara es una activista y joven madre que decidió que su hija no fuera mutilada en oposición a las tradiciones en su comunidad. «En Gambia se le considera un mandamiento religioso islámico, a pesar de que no lo es”, añade Camara. «En un país con más del 90 por ciento de musulmanes, será muy difícil erradicar esa tradición”, expresa quien también fue víctima del ritual.

Redacción Entre Noticias | TeleSur | evr

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