El primer ministro de Líbano, Hassan Diab, anunció este lunes la dimisión de todo el gobierno en medio de la crisis provocada por la masiva explosión que devastó la capital del país la semana pasada.
«Hoy respondemos al deseo de los ciudadanos de exigir transparencia a quienes han sido responsables del desastre que ha estado oculto durante siete años y a su deseo de un cambio real. Frente a esta realidad… anuncio la dimisión de este gobierno», dijo Diab.
El mandatario saliente habló de un establecimiento político corrupto al que acusó de haber obstaculizado su gobierno de forma incesante y señaló que la tragedia era «el resultado de una corrupción endémica».
La renuncia se produce en medio de una ola de protestas tras la explosión del pasado 4 de agosto en el puerto de Beirut que dejo al menos, 160 muertos y unos 6.000 heridos.
Se cree que la causa de la explosión, que además dejó en escombros sectores enteros de la capital libanesa, fue una gran concentración de nitrato de amonio almacenada sin las medidas de seguridad pertinentes.
El daño y la devastación causados por la explosión se extendieron por varios kilómetros de distancia, afectando a un tercio de la ciudad y dejando unas 300.000 personas sin hogar.
El gobierno encabezado por Diab había sido formado en enero pasado con el apoyo de la milicia proiraní Hezbolá.
Los ministros de Información, Ambiente y Justicia habían renunciado al gabinete durante el fin de semana, así como varios parlamentarios.
El presidente del país, Michel Aoun, escribió en Twitter tras el suceso que era «inaceptable» que hubiera 2.750 toneladas de nitrato de amonio almacenadas de forma insegura.
Antes de la masiva explosión en Beirut, Líbano acumulaba ya un año de desgracias que había sumido el país en una profunda crisis tanto económica como social, considerada como uno de sus peores momentos desde la larga guerra civil que duró de 1975 a 1990.
Incluso antes de que la pandemia de coronavirus a principios de este año, Líbano parecía encaminarse a un colapso.
El desempleo se situó en 25% y casi un tercio de la población vivía por debajo del umbral de pobreza.
A esto se suman graves fallas en los servicios básicos de agua potable y energía, que sufren cortes de forma cotidiana.
Además, la pandemia del covid-19 estaba ejerciendo fuertes presiones sobre el sistema sanitario del país.
Mientras los hospitales públicos estaban limitados en su respuesta por problemas crónicos de falta de suficiente financiación, gran parte de la carga estaba recayendo sobre las clínicas privadas, que ya habían advertido el mes pasado que se acercaban al borde de sus capacidades.
Ahora hay preocupación además por temas de seguridad alimentaria, pues Líbano importa gran parte de los alimentos que consume, muchos de los cuales llegaban a través del puerto que desapareció con la explosión.
A la búsqueda de un nuevo gobierno
Tras la dimisión del gabinete en pleno, el Parlamento de Líbano deberá escoger a un nuevo primer ministro, un proceso que -según explica Tom Bateman, corresponsal de la BBC en Medio Oriente- involucrará a las mismas políticas sectarias que están en la raíz del descontento ciudadano en ese país.
Desde el final de la guerra civil en 1990, el poder en Líbano ha estado compartido entre varios líderes que fueron figuras clave en ese proceso y que representan a las distintas comunidades religiosas que hacen vida en ese país.
Wadih al Asmar, director del Centro Libanés de Derechos Humanos, una ONG con sede en Beirut, considera que la renuncia del gobierno de Diab llega con retraso.
«La dimisión del gobierno es algo que debió haber ocurrido hace varios días. Es una forma de asumir la responsabilidad política por lo que pasó y una forma de decir que, con independencia de los resultados de las investigaciones, la responsabilidad política del gobierno y su negligencia deben ser sancionados inmediatamente», le dijo a BBC Mundo.
Agregó que esa decisión abre la oportunidad para reformar el sistema político.
«Pedimos un verdadero gobierno de transición que sea capaz de renovar la ley electoral para convocar comicios libres y tener un sistema político nuevo. Lamentablemente hay un gran riesgo de que esta dimisión sea usada por algunos líderes políticos, aquellos que son realmente responsables de la situación, para reconstituirse y crear un nuevo gobierno títere. Esto sería una enorme oportunidad perdida», agregó.
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