Por Francisco Lucotti
Pese a ser una de las figuras políticas del siglo XX más reconocidas y reconocibles del mundo, admirado por sus principios y su internacionalismo antinacionalista por otros emblemas como el líder sudafricano Nelson Mandela o el filósofo francés Jean-Paul Sartre, en Argentina, su tierra natal, los reconocimientos oficiales a Ernesto Che Guevara fueron opacados probablemente por ser el mayor símbolo de la lucha armada en América Latina, pero su influencia sigue viva.
Nació en 1928 en la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe, en el centro de Argentina, pero la mayor parte de su vida adulta y su trascendencia política sucedieron en diferentes países del continente, primero como viajante y aprendiz de médico rural, luego como el principal exponente de un ideal de revolución socialista, que continuó hasta las últimas consecuencias.
«El Che Guevara significa mucho para nuestra generación de pibes y pibas. Sin esa inspiración no hubiésemos pensando en empezar una organización popular, una unión en las villas y los barrios populares por una misma causa, una misma lucha. Representa el enojo por un sistema opresor, pero también el amor al pueblo», dijo a Sputnik Fidel Ruiz, referente de La Poderosa, organización social cuyo nombre está tomado del apodo de la motocicleta Norton con la que inició su primer viaje latinoamericano el Che en 1952.
A Guevara se lo reconoce más como emblema revolucionario de toda América Latina que como prócer nacional, aunque su influencia en las juventudes durante las décadas de 1960 y 1970 son indiscutibles, no solo para los movimientos de izquierda de marxista-trotskista, sino dentro de las corrientes revolucionarias del peronismo, el movimiento político popular por antonomasia en Argentina.
Se destaca además en su proyección internacional a la altura de otros íconos argentinos como el cantor de tango Carlos Gardel, la ex primera dama Evita Perón, el papa Francisco I, el escritor Jorge Luis Borges, el piloto de Fórmula 1 Juan Manuel Fangio o los futbolistas Diego Maradona y Lionel Messi.
Su memoria sigue viva en Argentina más que nada en los rescates que se han hecho desde las expresiones artísticas, como poemas, canciones, murales y banderas con su efigie, que se pueden encontrar en todos los barrios y en todos los actos políticos, así como en otros homenajes, como la novela gráfica que creó el historietista Héctor Oesterheld, autor de El Eternauta.
Vigencia intacta
«Yo le tengo un gran amor a la izquierda aunque ya no sea de izquierda y no comparta todas sus ideas. Admiraba mucho de más chico al Che. Algunos lo aman, otros lo odian; yo lo respeto. Tuvo sus cosas buenas y malas, era hijo de sus tiempos, no se lo puede juzgar por lo que era propio de su era. Estaba en una guerra, es fáctico que vivió como pensaba. Yo lo considero un soñador, un claro ejemplo de la lucha latinoamericana en el siglo XX», dijo a Sputnik Ignacio Lasarte, estudiante de primer año de Historia.
Existen varios museos dedicados al Che en Argentina, uno en La Pastera, San Martín de los Andes, en la Patagonia, y otro en la pequeña ciudad de Alta Gracia, en la provincia de Córdoba, donde el joven Ernesto cursó la escuela primaria. En Rosario se emplaza el único monumento en su honor en el país.
En la ciudad de Buenos Aires, capital nacional, su rostro se puede hallar en paredes y banderas políticas y de equipos de fútbol, en tatuajes o entre la parafernalia de los coleccionistas de sus icónicas imágenes. Sus restos yacen en Cuba, donde vive su descendencia.
En 1953, a sus 25 años, Guevara partió definitivamente de Argentina en el segundo de sus viajes latinoamericanos. Se radicó dos años en México, donde conoció a Fidel Castro, líder de la resistencia cubana, quien se encontraba allí en calidad de exiliado. En 1956, fue uno de los 82 hombres que viajaron en el yate Granma a Cuba para continuar la rebelión de guerrilla en contra de la dictadura de Fulgencio Batista.
La revolución triunfó en 1959 y el Che, designado con el rango de comandante, permaneció en el país caribeño hasta 1965, donde ejerció diferentes cargos como funcionario del Gobierno que encabezó Castro y se transformó en uno de sus principales emisarios diplomáticos.
Desde entonces, sus escritos y sus discursos públicos lo transformaron en uno de los principales críticos del imperialismo estadounidense, cuya influencia se desparramó en todo el continente americano empeñado en un férreo anticomunismo que se profundizó durante el siglo XX en el marco de la Guerra Fría con la Unión Soviética. Guevara se dedicó a la promoción activa de la lucha armada como método para la revolución en Latinoamérica.
Profeta en su tierra
La historia política argentina está dominada desde mediados de siglo XX por la figura del expresidente Juan Domingo Perón (1946-1955), quien encabezó un gobierno de gran respaldo popular, fue derrocado por un golpe de Estado, pero siguió siendo el principal conductor político nacional desde el exilio.
En los años 60 y 70, la enorme influencia del Che en las juventudes de Argentina comenzó a sentirse con la creación de las primeras guerrillas en el país, como el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), de corriente marxista, y sobre todo Montoneros, la principal corriente de izquierda revolucionaria dentro del peronismo, cuyos dirigentes fueron entrenados en Cuba.
El Che visitó por última vez Argentina en 1961. La exposición de su entrevista secreta con el entonces presidente Arturo Frondizi (1958-1962) se transformó en un escándalo nacional y fue una de las causas de su eventual derrocamiento.
Luego de una incursión frustrada en el proceso revolucionario en Congo, en 1965, Guevara migró con un grupo reducido de hombres a Bolivia, donde intentaba continuar la lucha armada latinoamericana, con el objeto de instalar una célula en el corazón del subcontinente.
El 9 de octubre de 1967, a sus 39 años, fue fusilado después de haber sido rodeado, herido y capturado por las fuerzas locales y la inteligencia estadounidense. Su cuerpo fue primero exhibido y después enterrado en la clandestinidad.
En 1997, luego de una extensa investigación encarada por el Gobierno cubano, fueron descubiertos sus restos, identificados por el Equipo Argentino de Antropología Forense y enviados a Cuba, donde se encuentra su memorial, en la ciudad de Santa Clara.
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