Un hombre pasa por un cartel que muestra al candidato a la presidencia Carlos Mesa, hoy en La Paz (Bolivia).
EFE/ J. Alves
El gobierno boliviano desplegó un gran operativo de seguridad con policías y militares de cara a la crucial elección presidencial de este domingo, mientras que dueños de comercios tapiaban sus tiendas temerosos ante posibles desmanes.
Policías y militares serán desplegados en las ciudades de La Paz y El Alto para garantizar la restricción vehicular a partir de las 00H00 (04H00 GMT) según un decreto del viernes, pero también para evitar posibles enfrentamientos entre simpatizantes de los candidatos. “Insto a las partes de la contienda electoral a que no metan actos de desorden o convocatorias a la violencia (…) porque últimamente hemos tenido muchos actos políticos [convocados] en caso de que ellos sean los perdedores”, dijo a la prensa viceministro de Interior, Javier Issa.
Hoy más de siete millones de electores acudan a las urnas para elegir un nuevo presidente, el tránsito de vehículos está restringido para quienes tengan permisos especiales para servicios de emergencia, autoridades y medios de prensa, mientras que el comercio estará cerrado.
En La Paz, decenas de supermercados, negocios y oficinas protegieron sus fachadas con paneles de lata o madera, constató la AFP. La inusual medida refleja el temor de la población ante posibles desmanes como ocurrió tras las anuladas elecciones de octubre de 2019, tras acusaciones de fraude, que ganó el entonces mandatario Evo Morales, quien dimitió en noviembre y se exilió en Argentina.
Entonces, se produjeron violentos disturbios y saqueos, así como enfrentamientos entre militantes de partidos y las fuerzas del orden, con un saldo de más de 30 muertos.
En la Plaza Murillo, donde están las sedes de los poderes Ejecutivo y Legislativo, el gobierno colocó vallas de seguridad.
La elección se realiza en medio de la pandemia y de una fuerte polarización política. Los principales candidatos son el izquierdista Luis Arce, delfín de Morales, y el exmandatario centrista Carlos Mesa. “Creo que la gente se está preparando ante ese momento de crisis que esperemos no sea muy largo”, dijo a la AFP Clara Quitalba, una empleada de 49 años que circulaba por El Alto, bastión del Movimiento al Socialismo (MAS) de Morales y aledaña a La Paz.
Ambiente de tensión
Los nervios están a flor de piel, lo que ha generado una escasez artificial de gasolina en las ciudades, con largas colas de vehículos en las estaciones de servicio, observaron periodistas de la AFP. Hay una demanda inusual de bombonas de gas para uso domiciliario y una afluencia creciente de personas en los mercados y supermercados para abastecerse.
En la ciudad central de Cochabamba hubo disturbios el jueves cuando la policía usó gases lacrimógenos, en medio del estallido de petardos, para disolver una manifestación por disputas locales ajenas a la campaña electoral.
También existe temor entre algunos bolivianos por las advertencias que lanzaron líderes del Movimiento al Socialismo (MAS), de Morales y Arce, de que defenderían la democracia en las calles en caso de que su candidato perdiera por un supuesto “fraude” electoral.
La ONU, la Unión Europea y la Iglesia católica llamaron a los bolivianos a votar en paz en las elecciones del domingo para evitar que se repitan los hechos de violencia que enlutaron al país tras los anulados comicios de 2019.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, llamó a los bolivianos “a comprometerse con la celebración de elecciones pacíficas” y a respetar “los resultados finales de la votación”. Destacó, además, que las elecciones deben ser “transparentes, creíbles, participativas e inclusivas, en un marco de pleno respeto a los derechos civiles y políticos”, según un comunicado de la ONU.
Por su parte, la alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, dijo que los bolivianos deben votar “en paz, sin intimidaciones ni violencia”. “Nadie quiere que se repitan los acontecimientos del año pasado”, agregó Bachelet sobre los disturbios derivados de denuncias de fraude en los comicios de octubre 2019, en los que Morales buscaba su cuarto mandato. La convulsión social de octubre y noviembre dejó con más de 30 muertos y 800 heridos. Bachelet también expresó su “profunda preocupación”por “el lenguaje incendiario y las amenazas” en la campaña y “por el creciente número de agresiones físicas”.
La ONU se sumó a otro llamado de los obispos católicos bolivianos y la Unión Europea para “evitar la violencia durante y después del proceso electoral, para no crear un clima de confrontación y agresión que impida culminar con éxito el presente proceso de transición democrática”.
Siete millones de bolivianos están convocados a las urnas y unos 300.000 están autorizados para votar en el exterior, más de la mitad de ellos en Argentina. Debido a la pandemia del coronavirus, al menos 28.000 no podrán ejercer su derecho en ciudades del norte de Chile. El izquierdista Luis Arce, delfín de Evo Morales, y el ex presidente centrista Carlos Mesa son los candidatos con mayores opciones de ganar los comicios, luego de una campaña marcada por la polarización entre seguidores y detractores del exmandatario aymara, ahora refugiado en Argentina.
Para ganar en primera vuelta se necesitán más del 50% de los votos, o el 40% y 10 puntos de diferencia con el segundo. De haber balotaje, se celebrará el 29 de noviembre.
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