Por Augusto Lapp Murga
El origen de la Propuesta: el Foro Económico Mundial
Como ya ha acontecido en algunos momentos en la historia de la humanidad, hoy se ha conformado lo que algunos llaman una «tormenta perfecta» en el sistema mundial. Esto es, a las varias crisis: económica, social, geopolítica y ambiental, ya existentes y larvadas en el actual sistema del capitalismo globalizado, ahora viene a sumarse la crisis sanitaria originada por la pandemia del la Covid-19 que, como un gatillo desencadenante, precipita una crisis general y pone en caos a todo el sistema. Para diseñar estrategias y políticas frente a crisis como la del presente están precisamente la gama de asociaciones de negocios transnacionales privadas y los grupos de planeación política que proliferan desde los años 70, mediante las cuales la élite transnacional promueve sus Agendas o nuevos modelos para el capitalismo global: tales el «Consenso de Washington» (Friedman); el «Nuevo Orden Mundial» (Bresinsky); «La Tercera Vía» (Giddens); «Las Nuevas Economías Institucionales» (Stiglitz); o ahora «El Gran Reinicio» (Schwab), sólo por nombrar algunas.
Esto es lo que ha sucedido en la 51a edición del Foro Económico Mundial, realizada en la ciudad suiza de Davos, entre el 25 y el 29 de enero de 2021. Allí, su director y fundador Klaus Schwab presentó la propuesta del Gran Reinicio del FEM, según destaca, para reconstruir la economía de manera sostenible tras la pandemia de Covid-19. Previamente, Klaus Schwab y Thierry Malleret habían presentado su libro Covid-19: The Great Reset, publicado originalmente el 25 de septiembre de 2020 [1]. También escribieron una serie de artículos que acompañan el lanzamiento del libro [2]. El libro se divide en tres capítulos principales, que presentan una panorámica del futuro. En el primero, se analiza el impacto que tendrá la pandemia en cinco categorías clave en el nivel macro: los factores económicos, sociales, geopolíticos, ambientales y tecnológicos. En el segundo, se consideran sus efectos en el nivel micro, en industrias y empresas específicas. En el tercero, se proponen hipótesis sobre la naturaleza de las consecuencias que pueden producirse en el plano individual.
Según enuncia el mismo autor: »la pandemia de COVID-19 ha sumido al mundo en su totalidad, y a cada uno de nosotros, en los tiempos más desafiantes a los que hayamos tenido que enfrentarnos nunca antes y tendremos que afrontar sus consecuencias durante años y muchas cosas cambiarán para siempre»… «Los grandes problemas del mundo -escribe en su libro-, especialmente las divisiones sociales, la injusticia, la falta de cooperación o el fracaso de la gobernanza y el liderazgo globales, han quedado más al descubierto que nunca, y la gente cree que ha llegado el momento de reinventarse. Surgirá un nuevo mundo, cuyos contornos nos corresponde a nosotros imaginar y trazar»…»Para obtener un mejor resultado -precisa K. Schwab-, el mundo debe actuar conjuntamente y con rapidez en la renovación de todos los aspectos de nuestras sociedades y economías, desde la educación hasta los contratos sociales y las condiciones laborales. Deben participar todos los países, desde los Estados Unidos hasta China, y deben transformarse todos los sectores, desde el gas y el petróleo hasta el de la tecnología. Dicho de otro modo: nos hace falta un Gran Reinicio del capitalismo».
Podemos resumir brevemente la agenda del Gran Reinicio en que ella contempla una serie de reformas necesarias. Los cinco puntos fundamentales del plan son: 1) la redirección de los estímulos fiscales; 2) educación orientada a la tecnología; 3) fomento a la inversión en tecnologías alternativas; 4) cambios en las métricas económicas y financieras; 5) mayor compromiso medioambiental. Convergiendo todas las reformas en el llamado «capitalismo de la partes interesadas». Pero, si ampliamos un poco más la exposición, observamos que la propuesta también contempla: Intervenciones gubernamentales, consensos entre los agentes económicos, orientación de los mercados, incremento de los impuestos, reformas laborales, mas un actualizado énfasis en el papel de las tecnologías y las medidas de una economía «verde», etc. ¿Keynesianismo revivido?
Lo curioso es que esta propuesta surge en una reunión de la elite mundial del capitalismo, que en general son partidarios del neoliberalismo. Para William Robinson [3], el FEM sobresale como el más comprensivo cuerpo transnacional de planeación de la clase capitalista transnacional y su quintaesencia. Por esto cabe preguntarse: ¿Será de tal magnitud la crisis que confronta la globalización neoliberal, sin dudas catalizada por la Covid-19, que vuelven a reanimarse las tesis del capitalismo regulado, mismas que fueron salvadoras de la crisis de entre y posguerras, pero luego abolidas en los años 70-80s por el infame Consenso de Washington? Evidentemente, la propuesta de Schwab contiene una buena dosis de neo-keynesianismo recargado. Lo que ha despertado algún entusiasmo en los partidarios del gran economista británico, pero también muchas críticas y rechazos por parte de los sectores neo-conservadores y liberales, además de la consabidas sospechas en los grupos conspiranoicos de siempre. Por su parte, la «nueva izquierda» analiza la situación al detalle, mira los árboles que tiene al frente, pero no ve el bosque que es la globalización imperialista.
El contexto de la Propuesta: La globalización imperialista y la pandemia
Si todo esto es así, entonces parece necesario hacer algunas precisiones respecto al contexto mundial, en el cual se vería la posibilidad real de que semejantes reformas pudieran llevarse a cabo. En primer lugar, no debemos olvidar que el sistema mundial del capitalismo presenta dos facetas muy dinámicas, las cuales influyen y condicionan de manera determinante cualquier proceso o proyecto social y económico relevante. Estas son: la globalización y el imperialismo. Ambas son tendencias inherentes al sistema capitalista y están históricamente relacionadas, a tal punto que James Petras [4] habla de la globalización imperialista. Por un lado, explica Atilio Boron [5], pese a los cambios y ocultamientos, el imperialismo existe, conserva su identidad y estructura, y sigue desempeñando su función histórica en la lógica de la acumulación mundial del capital. A su vez, la globalización consolidó la dominación imperialista y profundizó la sumisión de los capitalismos periféricos. De esta manera, las teorías de la globalización económica capitalista no deben obviar el concepto de hegemonía imperialista, ni este concepto puede ocultar que el fundamento del imperialismo actual es precisamente el poder del capitalismo mundial.
Ya hace como cien años, Lenin [6] aportó su conocida caracterización del imperialismo, al definirlo como «la época del capital financiero y de los monopolios, los cuales traen aparejada por todas partes la tendencia a la dominación y no a la libertad»…»El imperialismo es la fase superior del capitalismo», afirmaba… Cierto, hay quienes no están de acuerdo con esta última afirmación y plantean que el capitalismo siempre ha sido imperialista, pero éste es otro tema de discusión. Mas allá de esto, también es importante lo que Lenin destaca a continuación: «Las cuestiones esenciales en la crítica del imperialismo son la de saber si es posible modificar con reformas las bases del imperialismo, la de saber si hay que seguir adelante desarrollando la exacerbación y el ahondamiento de las contradicciones engendradas por el mismo o hay que retroceder, atenuando dichas contradicciones».
Así, una vez hechas las necesarias definiciones expuestas arriba, en seguida habría que ver si dentro de esta realidad global el imperialismo puede ser modificado sólo mediante algunas reformas, o si la hegemonía imperial permitiría que se reconvirtiera el predominio logrado por la globalización neoliberal en beneficio de una economía regulada de cualquier manera. Después, habrá que observar también si las corporaciones capitalistas, que al decir de Noam Chomsky [7] «son internamente instituciones totalitarias, así como quienes mandan en ellas son, por ley, unos monstruos, cuya única preocupación debe ser maximizar las ganancias de los accionistas que les dan su dinero», están dispuestos a aceptar los cambios propuestos por Schwab para la economía y las empresas. De prosperar el proyecto de Schwab, tendremos que esperar el período de la pospandemia para saberlo.
También cabe suponer otra posibilidad, y es que aprovechándose de la pandemia de la Covid-19, la propuesta sólo pretenda actualizar lo que ya existe, esto es, reacomodar el neoliberalismo en crisis complementándolo con algunas medidas de regulación económicas y fiscales, al mismo tiempo que se implementan aplicaciones tecnológicas y cibernéticas, para un mayor control de la economía y vigilancia de la ciudadanía, de acuerdo con las políticas de seguridad nacional y los intereses del capital. Algunos analistas hasta perciben una nueva fase de digitalización global del capitalismo [8]. En cualquier caso, debemos estar claros en que estas reformas no son incompatibles con la supervivencia del modo de producción capitalista ni con la continuidad del imperialismo. Y sí, ya sabemos que el mismo Klaus Schwab aclara que no se trata de ninguna revolución ni de un movimiento ideológico, pero por las dudas que quedan, no está demás hacerle las siguientes preguntas:
¿Contempla la propuesta desmantelar los cinco monopolios del capitalismo imperial: en lo tecnológico, financiero, acceso a los recursos naturales, medios de comunicación, y armas de destrucción masiva, para dar paso a lo que Samir Amin [9] llamó un proyecto alternativo y humanista de globalización?
¿Debemos creer que cambiará la lógica dominante del crecimiento y rentabilidad ilimitados que exigen los capitales privados en el sistema de producción capitalista, promotores del constante rebasamiento de los limites físicos y biológicos de los ecosistemas?
¿Se entenderá finalmente que la sociedad, su desarrollo y su salud integral están por encima de los negocios, aunque ella dependa en cierta medida de la producción y el crecimiento económico que promueve el capital?
¿Se logrará que las instituciones bancarias y financieras mundiales reformulen sus políticas de préstamos, de manera que ellas no sirvan para convertir a lo países en esclavos de deudas, ni para que las burguesías transformen sus deudas privadas en públicas, o para fugar capitales, endeudando y empobreciendo a los pueblos?
¿Acaso las grandes corporaciones mineras y petroleras dejarán de propiciar guerras de rapiña contra países con recursos energéticos y comenzarán a respetar su independencia y soberanía nacional ?
¿Será que las grandes empresas agro-químicas dejarán el abusivo acopio de tierras fértiles, así como abandonarán la producción de transgénicos y pesticidas que contaminan gravemente a la naturaleza?
¿Constataremos que la industria de alimentos y bebidas chatarra será gravada con impuestos especiales, y sus productos etiquetados en todo el mundo como productos que causan adicción y daños a la salud pública?
¿Veremos a las grandes corporaciones farmacéuticas abaratar el precio de sus productos y compartir solidariamente patentes y mercados con los laboratorios de países subdesarrollados?
¿Notaremos que las industrias tecnológicas, cultural y comunicacional respetarán los derechos de los consumidores y democratizarán los medios y las aplicaciones, acabando con la creciente dictadura digital?
¿Observaremos ahora cambios significativos en las conductas y prácticas continuistas y hegemónicas por parte de jefes de estados imperiales, y se aceptará la realidad multipolar del mundo?
¿Finalizarán las políticas de acoso, ultimátums, bloqueos y sanciones extraterritoriales e ilegales contra países desafectos o competidores, los cuales son utilizados para imponer los intereses nacionales y corporativos de las potencias imperiales, principalmente de Estados Unidos como la potencia hegemónica?
Indudablemente si todo esto se realizara, sería contradecir los principios y bases fundamentales del capitalismo en el periodo del imperialismo. Además, cuesta creer que los efectos de la pandemia de la Covid-19 hagan que el neoliberalismo o capitalismo salvaje pueda ser modificado precisamente por sus más conspicuos representantes. Pero eso mismo, y dado que las respuestas a las preguntas formuladas aquí no están contempladas por Klaus Schwab, consideramos quela propuesta del «Gran Reinicio» sería un proyecto ilusorio o, cuando mucho, otra vuelta de tuerca o algún tipo de agenda reformista de lo existente, por lo que el «cambio» anunciado sólo resultaría en un intento más de gestión y adaptación del capitalismo frente a otra de su tantas crisis. Entonces, es lógico concluir en que, lejos de una transformación global, lo que nos están vendiendo es otro reciclaje histórico del capitalismo.
Fuentes:
[1] Klaus Schwab y Tierry Malleret, «COVID-19: El Gran Reinicio», Forum Publishing, Versión Kindle, Edición 1.0, 2020.
[2] Klaus Schwab, articulos disponibles en forum.org, 2020.
[3] William Robinson, «Una teoría sobre el capitalismo global», Ediciones desde abajo, Bogotá, 2007, p. 144.
[4] James Petras y Henrry Veltmeyer, » El imperialismo en el siglo XXI», Editorial Popular S. A., Madrid, 2002.
[5] Atilio Boron, «Imperio & Imperialismo», CLACSO, Buenos Aires, 2004, p.p. 28-29.
[6] V. I. Lenin, «El imperialismo, fase superior del capitalismo», Ediciones en lenguas extranjeras, Beijing, 1984, págs. 142, 156 y 160.
[7] Noam Chomsky, «El itinerario hacia la Gran Estrategia Imperial», en: Por la izquierda, Ediciones ICAIC-José Martí, La Habana, 2007, p. 61.
[8] Matias Caciabue y Paula Giménez, «La pospandemia y nueva fase del capitalismo», alainet.org, 15/04/2021.
[9] Samir Amin, «El capitalismo en la era de la globalización», Editorial Paidós, Barcelona, 2002, p. 19.
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