Tras aprobarse su autoría, fue llevada ante los tribunales del condado de Luzerne, en Pensilvania. A lo sumo, Hillary esperaba un sermón y algunas horas de servicio comunitario. En cambio, fue acusada de acoso y enviada a un centro de reclusión juvenil. “Sentí que había sido arrojada a una especie de pesadilla irrealista”, declaró la muchacha.
Esta semana se estrena el documental “Kids for Cash”, que aborda el escándalo de un juez estadounidense que encarcelaba menores de edad para recibir sobornos de propietarios de cárceles privadas.
Hillary era una adolescente estadounidense de 14 años que como muchos de sus pares se burlaba de sus profesores, y decidió hacer una página de MySpace donde reunir las bromas hacia la vice-rectora de su colegio.
Tras aprobarse su autoría, fue llevada ante los tribunales del condado de Luzerne, en Pensilvania. A lo sumo, Hillary esperaba un sermón y algunas horas de servicio comunitario. En cambio, fue acusada de acoso y enviada a un centro de reclusión juvenil. “Sentí que había sido arrojada a una especie de pesadilla irrealista”, declaró la muchacha.
Otro muchacho de los mismos 14 años, Charlie Balasavage, también fue enviado a una prisión juvenil luego de que sus padres le compraran una patineta que desconocían había sido robada.
Quizás el caso más grave fue el de Ed Kenzakoski, que estaba en su último año de preparatoria y en un intento de sus padres por “asustarlo”, llamaron a amigos policías para que fueran a una casa donde él y sus amigos estaban bebiendo, y encontraron a Ed fumando marihuana. El adolescente fue puesto en prisiones juveniles por años, hasta que en la más profunda depresión por no entender la injusticia en su contra, Ed Kenzakoski se quitó la vida.
Todos estos muchachos fueron las víctimas de dos jueces inescrupulosos que prometían mano dura en el condado de Luzerne: Mark Ciavarella Jr, juez del condado, y el también magistrado Michael Conahan, quienes enviaban a todos estos jóvenes con delitos menores y sin antecedentes previos a las cárceles juveniles.
Luego de una larga investigación y de un escándalo que sacudió al país, en 2009 finalmente ambos jueces fueron condenados al probarse los sobornos en dinero que recibieron de propietarios de centros de detención juveniles privados, a cambio de que los magistrados pudiesen llenar estos recintos con jóvenes, en lo que se conoció como el caso «Niños por Dinero».
Se reporta que Ciavarella y Conahan habrían recibido en su conjunto cifras cercanas a 2,6 millones de dólares de parte de Robert Powell y Robert Mericle, el dueño y constructor respectivamente de dos centros de detención juvenil privados. Durante años, el juez Ciavarella extendía la detención de menores por faltas mínimas como traspasar un terreno eriazo o robar un DVD desde un supermercado.
Este caso es abordado en el documental “Kids for Cash” (Niños por dinero efectivo) que se está estrenando esta semana, con desgarradores testimonios de las víctimas de los dos jueces de Pensilvania. Vea el video promocional a continuación:
Cárceles privadas: un lucrativo negocio
El incentivo de construir y mantener cárceles privadas no se circunscribe solo al ámbito de las detenciones juveniles, sino que es generalizado en todo el sistema carcelario y punitivo en Estados Unidos, convirtiéndose en un riesgoso incentivo para quienes busquen lucrar en este ámbito.
Hace 10 años habían solo 5 prisiones privadas en el país cn una población de 2,000 reclusos. Hoy esa cifra se ha disparado a más de 100 cárceles privadas con alrededor de 62,000 reclusos. Y lo peor está por venir, porque las estimaciones indican que en la próxima década más de 360,000 reos estén localizados en recintos privados.
Todos estos prisioneros trabajan por una paga de 25 centavos la hora, la mayoría en trabajos de ensamblaje, lo que ha provocado que una maquiladora en México, por ejemplo, haya mudado sus operaciones a la cárcel de San Quentin en California. Otros reclusos de la cárcel de Lockhart, en Texas, realizan labores de emsamblaje para compañías como IBM y Compaq, según reporta GlobalResearch.ca.