E-mails de Hillary Clinton revelan secretos de la intervención en Libia

Un tercio de los 3.000 correos electrónicos del servidor privado de Hillary Clinton que vieron la luz a finales de diciembre de 2015 proceden de su asesor de confianza Sidney Blumenthal, el abogado que defendió a su marido en el caso de Mónica Lewinsky.

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Pieza clave en el escándalo de los correos electrónicos de Hillary Clinton, es su asesor en las sombras, Sidney Blumenthal.

Llama la atención comprobar que, erróneamente, mucha gente aquí en Estados Unidos cree que el famoso escándalo de los correos electrónicos de la ex secretaria de Estado Hillary Clinton, revelado por primera vez en marzo de 2015, se reduce a la «imprudencia» de haber utilizado una cuenta privada de correo electrónico, lo que constituye una violación de la política de seguridad y confidencialidad del Departamento de Estado, desatando así una investigación de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) sobre si Clinton había puesto en peligro información clasificada.

El énfasis de muchos de los medios de mayor alcance, ha consistido en presentar el caso como el error de usar una cuenta privada de E-mail para asuntos de interés nacional mientras Clinton era secretaria de Estado (2009-2013), cuando la verdad es que los correos electrónicos de Clinton, quien lleva la delantera en el Partido Demócrata hacia la nominación de la candidatura presidencial, revelan entre otros, repugnantes secretos sepultados entre decenas de miles de páginas sobre la intervención militar de 2011 en Libia, realizada supuestamente para «proteger a civiles bajo amenaza de ataque» de las fuerzas leales a Muamar Gadafi.

Reproducimos a continuación un artículo de Ellen Brown publicado en Global Research y traducido para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo.

Los emails de Hillary Clinton revelan el plan secreto de EE.UU en Libia: dinero, poder y petróleo.

Hace tiempo que los críticos cuestionan que la intervención violenta en Libia fuera necesaria. Los correos electrónicos de Hillary Clinton que recientemente han visto la luz confirman que toda la operación no tuvo tanto que ver con proteger al pueblo libio de un dictador como con el dinero, la banca y abortar el proceso hacia la soberanía económica africana.
Los medios de comunicación calificaron la breve visita de Hillary Clinton a Libia en octubre de 2011 como una “vuelta al ruedo”. “¡Llegamos, vimos, murió!” alardeó Hillary en una entrevista concedida a la CBS cuando se supo de la captura y brutal asesinato del líder libio Muamar el Gadafi.

Pero la vuelta al ruedo fue prematura, según opinan Scott Shane y Jo Becker en el New York Times. El Departamento de Estado de EE.UU. relegó a Libia a un segundo plano “mientras el país se desintegraba en un caos que desembocaría en una guerra civil cuyas consecuencias fueron la desestabilización de la región, lo que alimentó la crisis de refugiados en Europa y permitió que el Estado Islámico estableciera una base segura en el país, que Estados Unidos ahora intenta desesperadamente contener”.

EE.UU. y la OTAN justificaron su intervención por razones humanitarias cuando se conocieron informes de atrocidades masivas; pero las organizaciones de derechos humanos cuestionaron estas afirmaciones tras averiguar la falta de evidencias. Sin embargo, en la actualidad sí que están teniendo lugar atrocidades verificables. En palabras de Dan Kovalik en el Huffinton Post, “la situación de los derechos humanos en Libia es desastrosa y miles de detenidos [incluyendo niños] se pudren en cárceles sin ser sometidos a un proceso judicial […] Los secuestros y asesinatos planificados están fuera de control”.

Antes de 2011, Libia había conseguido la independencia económica, contaba con su propia agua, su propia alimentación, su propio petróleo, su propio dinero y su propio banco estatal. Con Gadafi, había dejado de ser uno de los países más pobres para convertirse en el más rico de África. La educación y los tratamientos médicos eran gratuitos; la vivienda se consideraba parte de los derechos humanos y los libios participaban en un original sistema de democracia local. El país se jactaba de tener el sistema de irrigación más grande del mundo, el proyecto del Gran Río Artificial, que transportaba agua desde el desierto a las ciudades y las zonas costeras; Gadafi estaba embarcado en un programa para extender este modelo por toda África.

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Gráfico: de izda. a dcha: Recursos acuíferos – Agua subterránea – Embalses o depósitos – Tubería terminada / planificada. Mapa recuadro inferior izqda: Grandes sistemas acuíferos.

Pero eso fue antes de que las fuerzas de EE.UU. y la OTAN bombardearan el sistema de irrigación y crearan el caos en el país. Hoy en día, la situación es tan desesperada que el presidente Obama ha pedido a sus asesores que le presenten opciones, incluyendo un nuevo ataque militar, y parece que el departamento de defensa está listo para llevar a cabo “cualquier tipo de operación militar que se precise“.

Es evidente que la “vuelta al ruedo” de la secretaria de Estado fue prematura, si consideramos que, oficialmente, la intervención se hizo por motivos humanitarios. Pero sus correos electrónicos recientemente desvelados muestran otros objetivos ocultos detrás de la guerra de Libia, y parece que estos sí se consiguieron.

 
¿Misión cumplida?

 

Un tercio de los 3.000 correos electrónicos del servidor privado de Hillary Clinton que vieron la luz a finales de diciembre de 2015 proceden de su asesor de confianza Sidney Blumenthal, el abogado que defendió a su marido en el caso de Mónica Lewinsky. Uno de ellos, datado el 2 de abril de 2011, dice entre otras cosas:

“El gobierno de Gadafi guarda 143 toneladas de oro y una cantidad similar de plata… Este oro fue acumulado con anterioridad a la rebelión en curso y pensaba utilizarse para establecer una moneda panafricana basada en el dinar libio. El plan tenía como objetivo proporcionar a los países africanos francófonos una alternativa al franco de la comunidad financiera africana CFA.

 
En un “comentario de la fuente”, el correo electrónico desclasificado añade:

“Según algunos expertos, estas cantidades de oro y plata están valoradas en más de 7.000 millones de dólares. Agentes de inteligencia franceses descubrieroneste plan poco después de que se iniciara al actual levantamiento, y ese fue uno de los factores que influyeron la decisión del presidente francés Nicolás Sarkozy de involucrar a Francia en el ataque a Libia. Según estos expertos, los planes de Sarkozy estaban motivados por el deseo de:

1- Conseguir una cuota mayor de la producción petrolera libia.

2- Aumentar la influencia francesa en el norte de África.

3- Mejorar la situación política interna en Francia.

4- Proporcionar al ejército francés la oportunidad de reafirmar su posición en el mundo.

5- Abordar las preocupaciones de sus asesores sobre los planes de Gadafi de suplantar a Francia como potencia dominante en el África francófona.”

 
Tal y como puede observarse, no existe mención alguna a preocupaciones humanitarias. Los objetivos son dinero, poder y petróleo.

El periodista de investigación Robert Parry proporciona más detalles explosivos de los correos recién publicados. Entre ellos, la admisión de crímenes de guerra cometidos por los rebeldes, la presencia de asesores estadounidenses de operaciones especiales en Libia casi desde el comienzo de las protestas y la existencia de grupos de Al-Qaeda dentro de la oposición respaldada por EE.UU. Se reconoce que la propaganda que justificó la intervención violenta se basó en meros rumores. Parry sugiere que, en un principio, pudieron haber sido creados por el propio Blumenthal. Entre estos asuntos estaría la extraña afirmación de que Gadafi contaba con una “policía violadora” relacionada con el reparto de Viagra entre sus tropas, una acusación planteada posteriormente por la embajadora de EE.UU., Susan Rice, ante la ONU. Parry pregunta retóricamente:

“¿Creen ustedes que para la administración Obama habría sido más fácil conseguir que el público apoyara este “cambio de régimen” explicando que los franceses querían saquear la riqueza libia y mantener la influencia neocolonial francesa en África, o que los estadounidenses responderían mejor si la propaganda difundía que Gadafi estaba distribuyendo Viagra entre sus tropas para que pudieran violar a más mujeres mientras sus francotiradores mataban a más niños inocentes? ¡Bingo!”.

 
El derrumbe del sistema financiero global

Los intereses occidentales no se tomaron a la ligera la iniciativa de Gadafi de establecer una moneda africana independiente. Sarkozy afirmó en 2011 que el líder libio suponía una amenaza para la seguridad financiera en el mundo. ¿Cómo podría ese diminuto país de 6 millones de habitantes constituir tamaña amenaza? Vamos a situarlo dentro de contexto.

En las economías occidentales, son los bancos y no los gobiernos los que crean la mayor parte del dinero, como recientemente reconoció el Bank of England. Esto ha ocurrido así desde hace siglos, mediante el proceso conocido como préstamos sobre la “reserva fraccional”. En su origen, estas reservas eran en oro. Pero en 1933, el presidente de EE.UU. Franklin Roosvelt sustituyó a nivel interno el oro por reservas creadas por el banco central, aunque el oro continuó siendo la reserva de moneda a escala internacional.

El 1944, se crearon el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial en Bretton Woods, New Hampshire, para unificar a escala global este sistema de dinero creado por los bancos. Una regla del FMI afirmaba que ningún dinero en papel podía tener respaldo en oro. El suministro de dinero creado de forma privada mediante las deudas que generan un interés exige la existencia de una incorporación continua de deudores y a lo largo del siguiente medio siglo la mayor parte de los países en vías de desarrollo acabaron endeudados con el FMI. Los préstamos estaban vinculados a determinados requisitos, entre los que se encontraban la implantación de programas de “ajuste estructural” que implicaban medidas de austeridad y la privatización de activos públicos.

Después de 1944, el dólar estadounidense se equiparó al oro pudiendo usarse ambos indistintamente como reserva de moneda global. En la década de los setenta, cuando ya no fue capaz de mantener el respaldo en oro para el dólar, Estados Unidos hizo un trato con la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) para “respaldar” el dólar con petróleo, dando lugar al “petrodólar”. El petróleo se vendería exclusivamente en dólares estadounidenses, que se depositarían en Wall Street y otros bancos internacionales.

En 2011, descontento con la reducción del valor de los dólares que la OPEP obtenía por su petróleo, el Irak de Saddam Hussein rompió el pacto y empezó a vender petróleo en euros. Al poco tiempo se produjo el cambio de régimen, acompañado por la destrucción generalizada del país.

También en Libia, Gadafi rompió el pacto. Pero él no se limitó a vender su petróleo en otra moneda. Todos estos acontecimientos son explicados en detalle por el bloguero Denise Rhyne:

“Durante décadas, Libia y algunos países africanos han intentado crear un patrón oro panafricano. Gadafi y otros jefes de Estado deseaban una “moneda fuerte” independiente y panafricana.

Bajo el liderazgo de Gadafi, las naciones africanas se han reunido al menos en dos ocasiones para buscar esa unificación monetaria. Los países debatieron la posibilidad de utilizar el dinar libio y el dírham de plata como las únicas monedas posibles para comprar petróleo africano.

Hasta la reciente invasión de EE.UU. y la OTAN, el Banco Central de Libia (BCL) emitía la moneda del país. Este banco era independiente y pertenecía en su totalidad al Estado. Todos los extranjeros tenían que utilizarlo para hacer negocios con Libia. El BCL emitía dinares utilizando las 143,8 toneladas de oro del país.

Gadafi (que presidió la Unión Africana en 2009) ideó y financió un plan para unificar los Estados soberanos de África con una moneda basada en el patrón oro (los Estados Unidos de África). En 2004, el Parlamento Panafricano (que congregaba a 53 naciones) estableció los planes tendentes a crear la Comunidad Económica Africana, que tendría una sola moneda-oro en 2023.

Las naciones africanas productoras de petróleo planeaban abandonar el petrodólar y exigir el pago en oro para su petróleo y su gas”.

Una posibilidad factible

Gadafi había ido más allá de organizar un golpe de Estado económico africano: había demostrado que podía conseguirse la independencia económica. Su grandioso proyecto de infraestructuras, el Gran Río Artificial, estaba convirtiendo regiones áridas en el granero de Libia, y el audaz proyecto de 33.000 millones de dólares se había financiado sin intereses y sin crear deuda externa, a través del propio banco público libio.

Eso podría explicar por qué esta infraestructura fundamental fue destruida en 2011. La OTAN no solo bombardeó el sistema de canales y tuberías, sino que terminó con el proyecto al destruir la factoría que fabricaba las tuberías necesarias para repararlo. La paralización de un sistema de irrigación civil que daba servicio al 70 por ciento de la población no tiene visos de ser una intervención humanitaria. El profesor canadiense Maximilian Forte lo explica claramente en su rigurosamente documentado libro Slouching toward Sirte: NATO’s war in Lybia and Africa:

“El objetivo de la intervención militar de EE.UU. era trastocar un modelo de independencia emergente y una red de colaboración dentro de África que habría permitido incrementar el nivel de autonomía africano, contrario a las ambiciones geoestratégicas, económicas y políticas de las potencias extracontinentales europeas, concretamente, de EE.UU.»

Misterio resuelto

Los correos desclasificados de Hillary Clinton han sacado a la luz otro enigma puesto de manifiesto por los analistas en un primer momento. ¿Por qué los rebeldes establecieron su propio banco central a las pocas semanas de iniciarse el conflicto? Robert Wenzel escribió en The Economic Policy Journal en 2011:

“Esto sugiere que lo que aquí tenemos es algo más que un puñado de rebeldes andrajosos, ya que cuentan con apoyos muy sofisticados. Nunca antes había escuchado que se creara un banco central a las pocas semanas de un levantamiento popular”.

Todo resultaba muy sospechoso, pero, tal y como concluía Alex Newman en un artículo de noviembre de 2011:

“Puede que nunca lleguemos a saber con seguridad, al menos públicamente, […] si una de las verdaderas razones para el derrocamiento de Gadafi fue salvar a la banca mundial y el corrupto sistema monetario global”.

Así habría quedado todo –en meras sospechas que no pueden verificarse, como tantas otras historias de fraude y corrupción- si no se hubieran publicado los correos electrónicos de Hillary Clinton tras una investigación del FBI. Dichos correos otorgan un peso sustancial a las sospechas de Newman: la intervención violenta no fue básicamente para garantizar seguridad a la gente, sino para asegurar la banca mundial, el dinero y el petróleo.

 
Nota sobre la autora del artículo: Ellen Brown es abogada, fundadora del Public Banking Institute, y autora de doce libros, tales como The Web of Debt y su publicación más reciente, The Public Bank Solution, que explora con gran acierto los modelos de banca pública desde una perspectiva histórica y global.

¿Tienes alguna opinión?. Escríbela a continuación, siempre estamos atentos a tus comentarios.

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