Ríos de sangre en Gaza – videocolumna con Rubén Luengas

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Con indignación el mundo ve la tragedia palestina. La región de Gaza se ha convertido en el símbolo de la lucha de un pueblo por sobrevivir. La videocolumna de esta semana.

Genocidio, linchamiento, exterminio y más son los calificativos que se ha ganado, a juicio de los que, con indignación, observan los constantes bombardeos a los que el pueblo palestino se ha visto sometido, en una ya guerra eterna, sin ganadores, sólo víctimas.

De ese «infierno en la tierra» que nos cuentan las noticias llega el testimonio de Mads Gilbert, médico de Shifa, quien en una carta enviada al mundo, relata lo que es el día a día de aquellos para los que Gaza no es un sitio lejano, sino parte de su realidad.

Queridos amigos y amigas:

La noche pasada fue extrema. La “invasión terrestre” de Gaza resultó en decenas de furgones con palestinos y palestinas con todo tipo de heridas, mutilados, destrozados, desangrándose, temblando; de todas las edades, todos civiles, todos inocentes.

Los héroes en las ambulancias y en todos los hospitales de Gaza están trabajando turnos de 12 y 24 horas, grises por el cansancio y la carga inhumana de trabajo (sin haber recibido ningún pago en Shifa en los últimos cuatro meses). Ellos atienden, derivan, tratan de entender el incomprensible caos de cuerpos, de tamaños, de miembros, de seres humanos que caminan, o no pueden caminar, que respiran, que no pueden respirar, que se están desangrando, y que no se desangran. ¡SERES HUMANOS!
Hoy, una vez más tratados como animales por “el ejército más moral del mundo” (sic).

Mi respeto por los heridos es infinito, en su sobria determinación en medio del dolor, la agonía y el shock; mi admiración por el personal y los voluntarios es infinita también; mi cercanía al sumur palestino me da fuerzas, aunque por momentos solo quiero gritar, abrazar fuerte a alguien, llorar, oler la piel y el cabello cálido de un niño cubierto de sangre, protegernos a nosotros mismos en un abrazo sin fin… pero no nos podemos permitir eso, y ellos tampoco.

Caras cenicientas… ¡Oh, no! Ni más cargas de decenas de mutilados y sangrantes… todavía tenemos lagos de sangre en el suelo en la sala de emergencias, pilas de vendas empapadas en sangre para limpiar… Oh, los limpiadores… en todas partes, quitando rápidamente la sangre y los tejidos descartados, el pelo, la ropa, las cánulas… los restos de la muerte… todo quitado del medio… para ser preparado nuevamente, para que todo se repita. Más de 100 casos llegaron a Shifa en las últimas 24 horas. Ya bastante para un gran hospital bien entrenado y equipado con todo lo necesario, pero aquí… casi no hay nada: no hay electricidad, ni agua, ni materiales desechables, ni medicamentos, ni mesas de operación, ni instrumentos, ni monitores… es como si todo hubiera sido sacado de museos de hospitales del pasado. Pero estos héroes no se quejan. Ponen manos a la obra, como guerreros, de frente, inmensamente resueltos.
Y mientras les escribo estas palabras, solo, en una cama, derramo lágrimas, cálidas pero inútiles lágrimas de dolor y de pena, de enojo y de miedo. ¡Esto no puede estar pasando!

Y entonces, justo ahora, la orquesta de la máquina de guerra israelí comienza de nuevo su espantosa sinfonía: salvas de artillería desde los barcos de la marina en la costa, los rugientes F16, los drones enfermantes (los “zennanis” árabes), los hummers y los molestos Apaches. Todo, demasiado, hecho y pagado por los Estados Unidos.

Señor Obama: ¿tiene usted corazón?

Yo lo invito: pase una noche, solo una noche con nosotros en Shifa. Tal vez disfrazado de limpiador. Estoy 100 por ciento convencido de que cambiaría la historia. Nadie con corazón y –además– con poder, podría marcharse de una noche en Shifa sin la decisión de ponerle fin a la masacre del pueblo palestino.

Pero los crueles y despiadados han hecho sus cálculos y han planeado otro ataque sobre Gaza. Los ríos de sangre van a seguir corriendo la próxima noche. Puedo escuchar que han afinado sus instrumentos de muerte.

Por favor. Hagan lo que puedan. Esto, ESTO no puede continuar.
Mads Gilbert. MD PhD

Profesor y Jefe Clínico. Clínica de Medicina de Emergencia
Hospital Universitario del Norte, Noruega.
Publicado en Middle East Monitor.

Traducción: Patricia Curbelo (editada por María Landi)

Esta indignación llevó a un grupo numeroso de personas a protestar en las afueras del Edificio Federal en Westwood, el pasado domingo 20 de julio, para mostrar su enojo ante lo que a veces pareciera ya la rutina de escuchar sobre las víctimas en Palestina, de esta guerra que no es guerra, sino tal vez exterminio.

Sobre este tema, la videocolumna de esta semana, a continuación:

 
Redacción / Entre Noticias

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