Los grandes medios de comunicación en España, reportan alarmados sobre hechos de «asaltos masivos a la valla de Melilla» o «presión extrema» en la valla». Sin embargo, medios alternativos y organizaciones de derechos humanos, afirman que lo que hay detrás de esta «amenaza» son grupos de migrantes subsaharianos, desarmados, descalzos, y con la esperanza de buscar un trabajo y una vida mejor».
Doce kilómetros de valla en Melilla, donde se estrella el sueño europeo de los subsaharianos¿Usar o no gas pimienta para detenerlos? Es la polémica en España.
Melilla es una ciudad autónoma de España, situada en el norte de África, a orillas del mar Mediterráneo y separada de Marruecos por 12 kilómetros de una triple valla de seis metros de altura, donde se hace visible de manera dramática una auténtica tragedia humanitaria. «Pongan ustedes minas anti-personales y tanques», decía hace cinco meses con sarcasmo el arzobispo de Tánger, Santiago Agrelo, respondiendo al endurecimiento de la política migratoria de España.
Desde Marruecos, la persona que quiera entrar a Melilla debe pasar una carretera, una doble alambrada de espino, una zanja de tierra de dos metros de profundidad y cuatro de anchura y finalmente una pista de seguridad repleta de fuerzas auxiliares y puestos de vigilancia antes de toparse con la valla.
Los grandes medios de comunicación en España, reportan alarmados sobre hechos de «asaltos masivos a la valla de Melilla» o «presión extrema» en la valla». Sin embargo, medios alternativos y organizaciones de derechos humanos, afirman que lo que hay detrás de esta «amenaza» son grupos de migrantes subsaharianos, desarmados, descalzos, y con la esperanza de buscar un trabajo y una vida mejor».
El informe anual de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA, presentado el mes pasado en Sevilla, lamenta la «intolerable campaña de intoxicación mediática para hacer creer a la opinión pública que se está ante un verdadero tsunami de inmigrantes ante el que sólo valen emplear los métodos más contundentes sea cual sea su coste en sufrimiento y en vidas humanas». El informe destaca que desde principios de los 90 las políticas de control de las fronteras de Ceuta y Melilla con Marruecos se han caracterizado por una «perspectiva exclusivamente policial, salpicada con episodios lamentables, impropios de un Estado que pretende ser considerado de derecho y democrático».
La polémica más reciente gira en torno a la utilización de gas pimienta por parte de los agentes de la Guardia Civil para frenar una embestida de cientos de subsaharianos que intentaban cruzar la valla.
En rueda de prensa, el delegado del gobierno en Melilla, Abdelmalik El Barkani, defendió el uso de los aerosoles con gas pimienta que usaron agentes de la Guardia Civil contra los inmigrantes adheridos a la valla y negó que se pretenda criminalizar a los inmigrantes.
Redacción/ Entre Noticias
