Con el demonio no se dialoga… ¿y con sus víctimas tampoco? – Por Rubén Luengas

¿Por qué Francisco desperdició la oportunidad de mostrarle el rostro “misericordioso” de la Iglesia a las víctimas de pederastia clerical? ¿Por qué ningún papa se ha reunido nunca, en ninguna parte del mundo, con víctimas mexicanas de la pederastia cometida por parte de miembros de la Iglesia que encabeza ahora el papa Francisco? ¿Por qué ese silencio tan ensordecedor sobre actos que además de pecados, son delitos graves ante la ley de los humanos? ¿A qué le tuvo miedo el papa Francisco, teniendo en cuenta, como dijo Cicerón, que "la verdad se corrompe con la mentira pero también con el silencio"?

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Papa

Los silencios del papa Francisco en México fueron ensordecedores (Rubén Luengas)

Breve comentario de Rubén Luengas:


 

Por Rubén Luengas

En mensaje previo a su visita a México, país al que se refirió como «esa tierra bendita tan amada de Dios y tan querida de la Virgen María”, el papa Francisco explicó así el propósito de su visita los mexicanos: “Quiero estar lo más cerca posible de ustedes, pero de modo especial de los que sufren para abrazarlos y decirles que Jesús los quiere mucho”.

No me detendré en los diferentes momentos en los que Francisco abrazó efectivamente a personas que sufren debido a diferentes enfermedades y padecimientos, pues la mayoría de medios de comunicación machacaron hasta la saciedad, con abundantes calificativos, sobre esos momentos “estelares” tan ansiados para sus coberturas, generalmente cursis, empalagosas y superficiales, apegadas más que otra cosa al tratamiento tan trillado del género de la telenovela. En ese sentido, tal como me dijera en una charla por Skype el exsacerdote católico Alberto Athié, que pronto será publicada en esta página, el papa Francisco “cumplió con creces”.

Tampoco restaré de ninguna manera importancia, por el contrario, al importante contenido de sus muy pertinentes homilías y discursos, como cuando en una prisión de Ciudad Juárez dijo que “hay que saltar las vallas de ese engaño social que cree que la seguridad y el orden solamente se logran encarcelando”. Para el papa Francisco, las cárceles son sólo un “síntoma de nuestra sociedad del descarte”, mientras lo verdaderamente urgente es “afrontar las causas estructurales y culturales de la inseguridad”, algo muy deseable para su comprensión en México y, en menor o mayor grado, en prácticamente todo el mundo. Estados Unidos, por ejemplo, tiene menos del 5 por ciento de la población mundial, pero casi la cuarta parte de los presos del planeta. Dicho de otro modo, uno de cada cuatro presos globales está en Estados Unidos, según reveló un artículo del New York Times. Esto significa la mayor población carcelaria del mundo con un índice nacional de encarcelamiento realmente escalofriante: 751 individuos presos por cada 100 mil habitantes.

No puedo estar más de acuerdo con lo dicho por el papa Francisco en Ciudad Juárez, cuando en otro escenario de la misma visita a esa ciudad fronteriza, puso el dedo en la llaga al criticar, sin mencionarlo en ningún momento, lo que el gobierno neoliberal de México encabezado por Enrique Peña Nieto, ha venido haciendo en continuidad programática con gobiernos anteriores al servicio de una silenciosa y muy ambigua integración de América del Norte, dictada por los intereses corporativos y de seguridad nacional estadounidenses en el nombre del nuevo orden internacional.

En el llamado “encuentro del papa con el mundo del trabajo”, Francisco fue contundente.

“Hay que invertir en la gente” y no en los mercados y en aumentar los capitales (…) Dios pedirá cuenta a los esclavistas de nuestros días (…) el flujo del capital no puede determinar el flujo y la vida de las personas”.

 

Ante esas afirmaciones papales, decimos ¡Amén! y hasta reclinamos con humildad la cabeza, pero el papa las hizo de manera genérica, sin darles contexto según la realidad del país que visitaba. Francisco lanzó en Juárez también una importante pregunta.

¿Qué quiere dejar México a sus hijos? ¿Quiere dejarles una memoria de explotación, de salarios insuficientes, de acoso laboral?

 

Pregunta también muy pertinente, pero que por su falta de contexto termina siendo ambigua, porque cada quien puede interpretarla como guste según la propia conveniencia. Es decir, muchas de las afirmaciones y cuestionamientos del papa Francisco en México, no incomodaron en lo más mínimo a los demonios de la inconmensurable corrupción mexicana que al mismo tiempo son fieles acólitos de la dictadura mundial de los mercados y de sus flujos de capital. Los evangelios durante la visita de Francisco no resultaron ser molestos, ni con el pétalo de un versículo, para la élite mexicana que se aglutinó en el Palacio Nacional buscando con fervor saludar a “Su Santidad” y, por qué no, hasta hacer todo lo posible por tomarse un ‘selfie’ al lado de tan distinguida figura. Me pareció esto tan grotesco especialmente entre quienes buscan la presidencia de México, quienes no querían perderse la oportunidad de fotografiarse junto al papa por lo que en sus campañas proselitistas pudiera llegar a servirle para sus fines.

Francisco hizo aquella pregunta sobre la “memoria de explotación, salarios insuficientes y acoso laboral”, en un país que, de norte a sur y de este a oeste, está completamente dominado por la tiranía de los mercados que buscan vorazmente aumentar sus capitales. País donde el Estado ha sido secuestrado por intereses financieros cuyo poder yace en las manos de la élite financiera nacional y global. País donde el Congreso y los principales partidos políticos le han vendido su alma al diablo, a la ideología de ese gran poder depredador corporativo que en su concepción utilitaria de la vida y el mundo, ve a millones de personas como desechables, con un profundo desprecio y a los recursos naturales de México y el mundo como mera fuente de explotación redituable.

En efecto, Francisco abrazó a mexicanos que sufren, como la adolescente enferma de cáncer que le cantó el Ave María de Schubert en el Hospital infantil de México, conmovedor sin duda, pero la muy bien aceitada maquinaria del poder en México y sus experimentados demonios, abrazó también al papa, casi sin soltarlo, para utilizarle según su propia conveniencia, mientras tristemente el papa, se dejó cooptar, al eludir los temas concretos que más están hiriendo y haciendo sufrir a los mexicanos. No me refiero obviamente a esos mexicanos aferrados a los turbios engranajes del poder, como el expresidente Felipe Calderón, quien con su esposa, Margarita Zavala, que busca regresar a Los Pinos, pero ahora como la presidente de México, hizo acto de presencia en la Basílica de Guadalupe donde el papa Francisco celebró una misa y, siguiendo “la huella del pescador”, apareciendo luego en la misa que celebró el papa en Morelia, Michoacán. Me refiero a los mexicanos que son víctimas directas de la violencia, los feminicidios, las desapariciones forzadas, las torturas y la cultura del descarte aplicada tan brutalmente en México, a la que se refiriera varias veces el primer papa latinoamericano durante su visita a tierras mexicanas.

Francisco fue de hecho más que condescendiente con la élite mexicana que administra la cultura del descarte en México, encabezada por la figura del presidente Enrique Peña Nieto y su esposa, bajo cuyo gobierno se ha profundizado descarada y dolorosamente el desmantelamiento del paradigma de lo público y de lo social, sustituido por el paradigma de lo privado y por el mantra de la responsabilidad individual ante los problemas. En ese mantra de individualismo y de la ‘selfiecracia’ que impregna y domina hoy casi todos los aspectos de la vida, hay que ubicar la muy significativa petición que el 18 de diciembre de 2011 hiciera públicamente en la Basílica de Guadalupe la esposa del entonces presidente de México Felipe Calderón.

“En mi familia hemos preparado una oración por nuestro querido México: Que la esperanza, la justicia y la caridad toque con tu amor el corazón de los violentos y que los pobres encuentren el camino del progreso; toma de la mano a tu pueblo y llévalo a la paz”.

 
Qué manera de lavarse las manos. Que Dios se encargue de “tocar el corazón de los violentos” y de que “los pobres encuentren el camino del progreso”. Qué fácil eludir la responsabilidad a le que apela sin concesiones el padre Alessandro Pronzato en su libro “Evangelios Molestos” al que me referí en mi columna de hace 15 días.

“Dios no acepta la injusticia, mientras que los hombres, sordos por el rumor de su propia vida, aferrados al engranaje de sus propios asuntos, no sienten ni perciben el gemido del pobre: Pasan al lado de la miseria sin verla. Se encuentran demasiado bien para comprenderla. Tienen demasiado que hacer para detenerse”.

 

Entre esos que en México se encuentran demasiado bien para comprender la realidad mexicana y que tienen demasiado que hacer como para detenerse ante el México que sufre, están muchos que aparecieron muy sonrientes y elegantemente vestidos junto al papa Francisco, en encuentros exclusivos y privilegiados con un papa que no sólo fue cooptado por el poder, sino que se dejó cooptar, optando por no incomodar al gobierno y a la élite mexicana que le recibió proporcionándole una bienvenida hecha a imagen y semejanza de la televisión comercial tan intrínsecamente vinculada al actual gobierno mexicano.

Entre las muchas personas que sufren en México, están los familiares del caso emblemático de la desaparición de los alumnos normalistas de Ayotzinapa. ¿Por qué Francisco evitó reunirse con ellos o manejar el asunto de manera más convincente en lugar de salir con el argumento de que “había mucha división entre esos grupos” o que era imposible recibirles a todos por “falta de tiempo”?

El papa Francisco dedicó sin duda mucho tiempo a la élite mexicana, pero no tuvo tiempo para solidarizarse, a través de los familiares de los 43 alumnos normalistas de Ayotzinapa, en signo de comunión con todos los mexicanos que padecen el sufrimiento desgarrador que provoca a padres de familia la desaparición forzada de sus hijos, como lo atestiguó el propio Jorge Mario Bergoglio durante la dictadura criminal en Argentina.

¿Por qué Francisco perdió la oportunidad de mostrarle el rostro “misericordioso” de la Iglesia a las víctimas de pederastia clerical? ¿Por qué ningún papa se ha reunido nunca, en ninguna parte del mundo, con víctimas mexicanas de la pederastia cometida por parte de miembros de la Iglesia que encabeza ahora el papa Francisco? ¿Por qué ese silencio tan ensordecedor sobre actos que además de pecados, son delitos graves ante la ley de los humanos? ¿A qué le tuvo miedo el papa Francisco, teniendo en cuenta, como dijo Cicerón, que «la verdad se corrompe con la mentira pero también con el silencio»?

Correcto, “con el demonio no se dialoga”, dijo el papa con énfasis durante la celebración de la misa en Ecatepec, pero ¿Por qué no dialogar tampoco con las víctimas del demonio cuando se ha vestido éste con traje y corbata de político y servidor público o con sotana de ministro de la Iglesia para cometer sus fechorías?

 
 

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