Si Sanders avanza ¿Saldrían del armario los demonios del Macartismo?

Entre 1950 y 1954, el senador republicano Joseph McCarthy desarrolló una cacería de brujas contra todo lo que oliera a izquierda en territorio estadounidense, a través de el Comité de Actividades Antiamericanas. Cientos de carreras, reputaciones y vidas fueron destruidas por una perversa maquinaria de Estado encaminada a destruir a los sectores progresistas y librepensadores en este país, en medio de un ambiente de miedo, persecución, estigmatización, paranoia y traición.

Durante el llamado macartismo, la sombra de la sospecha se extendió sobre todos con el argumento de perseguir a los «enemigos» de Estados Unidos. Algo muy parecido a los demonios que podrían desatarse nuevamente si se instala en la Casa Blanca cualquiera de los aspirantes punteros entre los republicanos de manera muy particular, lo que está causando ya la angustia de millones de estadounidenses ante la posibilidad de que alguien como Donald Trump pudiera llegar a ser el presidente de Estados Unidos. Lo ocurrido ayer en Chicago, es síntoma de está crispación.

Entre las numerosas víctimas del macartismo se encontraba el gran Charles Chaplin. Su confesión de que nunca había sido comunista ni había pertenecido a ningún partido no impidió que supiera que sería llamado a declarar. Decidió no regresar a Estados Unidos y fijó su residencia en Suiza. El escritor Arthur Miller o el físico Robert Oppenheimer, fueron igualmente incluidos en las ominosas listas negras de denunciados y sospechosos.

Décadas después, los ecos paranoicos del macartismo siguen esparcidos en mentes calenturientas como las de los miembros del ala más dura del Partido Republicano que estúpidamente llegaron a acusar de «comunista» a Barack Obama por tratar de impulsar algo parecido a un programa de Salud Universal. ¿Qué estarán diciendo sobre Bernie Sanders, auto definido como «socialista democrático», esos fervientes defensores a ultranza del pensamiento único de ultraderecha y tan entusiastas del control orwelliano de la sociedad por algo semejante a una «policía del pensamiento»?

En un reciente debate en el contexto de las primarias del Partido Demócrata, al responder una pregunta basada sobre un video en el que Sanders aparece opinando hace décadas sobre la política estadounidense en Latinoamérica, el senador por Vermont criticó con firmeza las intromisiones pasadas del Gobierno de su país en la política latinoamericana, poniendo como ejemplos a Cuba, Nicaragua, Guatemala y Chile.

«No creo que sea la función del Gobierno de EE.UU. ir derrocando pequeños Gobiernos por todo el mundo», lamentó Sanders en el debate con moderación e intervenciones bilingües en español e inglés organizado conjuntamente por Univisión y The Washington Post en Miami (Florida).

«EE.UU. hizo mal tratando de invadir Cuba. EE.UU. hizo mal tratando de derrocar el Gobierno (sandinista) de Nicaragua, e igual con Guatemala», criticó el senador, quien también se refirió a la implicación estadounidense en el golpe de estado que puso fin al Gobierno de Salvador Allende en Chile.

«A diferencia de (su rival, la ex secretaria de Estado) Hillary Clinton, yo siempre he estado en contra de los cambios de régimen (forzados por EE.UU.) en Cuba, Nicaragua, Irak, donde fuese», indicó Sanders.

Sanders explicó que en los años 80 viajó a Nicaragua y que se opuso a los «esfuerzos» del Gobierno de Ronald Reagan (1981-1989) de «tumbar al Gobierno» sandinista, así como años antes se había opuesto también al ex secretario de Estado Henry Kissinger por su intervención contra el Chile de Allende.

¿Qué podríamos ver en el hipotético caso de que Bernie Sanders siga dando la sorpresa, llegando a significar un peligro para Hillary Clinton en la nominación demócrata o en una eventual competencia por la presidencia entre Sanders y alguno de los «jeques» republicanos que hacen política dentro del estrecho margen institucional e ideológico impuesto por el sistema lucrativo nacional y global cueste lo que cueste?

¿Echarán toda la carne al asador para tratar de exhibirlo ante el electorado como un candidato «radical», un «infiltrado rojo» o como «un peligro» para Estados Unidos?

El propio Sanders manifestó sus dudas al respecto al arrancar su campaña:

“Me pregunto si, hoy día, es posible que un candidato que no sea multimillonario ni esté comprometido con los poderosos pueda llevar a cabo una campaña exitosa”, a lo que añadió: “Si ése es el caso, me gustaría que todos ustedes reconocieran el triste estado en que se encuentra la democracia estadounidense”.

El siniestro senador Joseph McCarthy y su infame «cacería de brujas», se topó entonces con la valentía y la ética del gran periodista Edward Murrow, retratado en la película de George Clooney: Good Night and Good Luck, por el actor David Strathairn, donde se puede ver su enfrentamiento con el senador McCarthy.

¿Quiénes serían los periodistas capaces de enfrentar hoy a esos demonios?