¿A cuál Barack Obama le creemos? ¿Al de 2008 de Iowa o al de 2016 de Filadelfia? ¿O sólo habría que resignarse aceptando que la política es mentirosa e hipócrita por naturaleza?
Todos más o menos están conscientes de que la política a nivel mundial es campo fértil para la hipocresía, en el que se hacen o dicen muchas cosas con la intención de lograr objetivos de beneficio propio por medio del engaño a los demás.
Recordemos a la filósofa alemana nacionalizada estadounidense, Hannah Arendt, al escribir en su ensayo “Truth and Politics”:
La hipocresía es moneda corriente en los discursos de la gran mayoría de los políticos de todo el mundo. Dirigentes que antes, en un contexto dado de intereses sostenían una determinada postura, meses o años más tarde se adhieren a lo que más conviene en un nuevo paradigma. Ya sea para justificar su acciones en el pasado o para buscarse un sitio en los nuevos organigramas de quienes administran el poder.
Contrastemos al Barack Obama del miércoles 27 de julio de 2016 diciendo en Filadelfia:
“No hay nadie más apto para la Casa Blanca que Hillary Clinton”, con el Barack Obama de enero de 2008 lanzando desde Iowa un virulento ataque contra su contrincante de entonces, Hillary Clinton: Hillary ‘is just like Bush‘ (Hillary ‘es igual que Bush’)
¿A cuál Barack Obama le creemos? ¿Al de 2008 de Iowa o al de 2016 de Filadelfia? ¿O sólo habría que resignarse aceptando que la política es mentirosa e hipócrita por naturaleza?
Rubén Luengas/Entre Noticias