Perón salió del país y se refugió en Paraguay, y Lonardi, como líder de la rebelión asumió la presidencia el 23, y dos días después, Estados Unidos y Gran Bretaña reconocieron al nuevo gobierno.
El 16 de septiembre de 1955 se inició una rebelión de varias unidades del Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea en Córdoba, Corrientes, Bahía Blanca y en la Base Naval de Río Santiago, cercana a La Plata.
Desde hacía por lo menos un año, se vivía en el país un clima de abierta confrontación entre adherentes y opositores al gobierno de Perón, una situación que había alcanzado su punto más álgido con el bombardeo a Plaza de Mayo, un hecho ocurrido el 16 de junio de 1955 y perpetrado por pilotos de la Armada y la Aeronáutica.
Ese ataque, que provocó más de 300 muertos en el centro de Buenos Aires, dejó en claro que los sectores opuestos a Perón no escatimarían esfuerzos con tal de derribar a quien ejercía la presidencia del país desde 1946.
El 17 de septiembre, cuando la sublevación era un hecho, el gobierno impuso el toque de queda y la represión de las unidades rebeldes, en tanto que el almirante Isaac Rojas se puso al mando de una flotilla rebelde con varias naves.
Ese día se plegaron a los golpistas unidades de San Luis y Mendoza, y 48 horas después, Rojas atacó los depósitos de combustible cercanos al puerto de Mar del Plata, mientras el crucero 17 de Octubre -en poder de los rebeldes- se aproximaba a Dock Sud para bombardear la destilería.
Desde Córdoba, el general Eduardo Lonardi dirigía la rebelión y el día 19 logró entrar en conversaciones con los mandos que se mantenían leales a Perón para adelantar la renuncia del presidente.
Al mediodía, Radio del Estado anunció que Perón dimitía a su cargo y varias unidades se plegaron a los sublevados en la provincia de Buenos Aires.
El ministro de Guerra, el general Franklin Lucero, se encargó de formar una junta militar que se hacía cargo de la situación hasta que pudiera entregarse el poder a un nuevo gobierno.
Perón salió del país y se refugió en Paraguay, y Lonardi, como líder de la rebelión asumió la presidencia el 23, y dos días después, Estados Unidos y Gran Bretaña reconocieron al nuevo gobierno.
Al asumir la presidencia, Lonardi prometió encarar una etapa de la cual “no habrían ni vencedores ni vencidos”, en una clara muestra de que su intención era excluir a Perón de la vida política nacional, pero mantener las conquistas sociales del justicialismo.
Pero este militar católico y nacionalista duró sólo 52 días en el poder y fue reemplazado por Pedro Eugenio Aramburu, un general liberal que le imprimió al régimen un fuerte sesgo antiperonista.
Una de sus primeras medidas fue la promulgación del decreto 4.161, por el cual se prohibía la sola mención de Perón, de Evita y la utilización de los símbolos del Justicialismo, al tiempo que se intervenían los sindicatos y la CGT.
Una huelga decretada en noviembre por la central obrera terminó con 9.000 obreros detenidos y se anuló la Constitución de 1949, lo que determinó que muchos simpatizantes del peronismo se sumaran a las filas de una resistencia.
En junio de 1956, militares de extracción peronista a las órdenes de los generales Juan José Valle y Raúl Tanco se rebelaron contra el gobierno de Aramburu con el propósito de reponer al presidente constitucional depuesto.
Se iniciaba así un período de alta conflictividad social y política, con diversas intervenciones militares, y que estuvo directamente ligado a los 18 años de proscripción que padeció el peronismo, que volvió al gobierno en 1973, tras imponerse en elecciones libres.
Entre Noticias/Agencias