José Luis Sampedro, ‘una lágrima cayó en la arena’.

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José Luis Sampedro hizo ver muy pequeños y miserables a «intelectuales» hipócritas que defienden lo indefendible en este mundo repleto de mitos, fantasías, injusticias estructurales y mentiras no piadosas.

Me serví un vaso de vino rojo y miré con detención la fotografía en la noticia de la muerte del escritor, humanista y economista José Luis Sampedro , a quien «le daba pavor el circo mediático en torno a la muerte de los famosos».

José Luis Sampedro hizo ver muy pequeños y miserables a «intelectuales» hipócritas que defienden lo indefendible en este mundo repleto de mitos, fantasías, injusticias estructurales y mentiras no piadosas. Sampedro fue salmón, siempre contra la corriente, diciendo cosas que muchos no quieren escuchar por no ser incomodados dentro de sus estanques de conformidad, conveniencia y mediocridad donde se sienten «felices» como peces en el agua.

Es fascinante escucharle en una entrevista hablando sobre el miedo como «una de las fuerzas más importantes que motivan al hombre» y cómo se utiliza esa fuerza en el acto de gobernar. «Gobernar a base de miedo es eficacísimo», dice Sampedro a un joven e inteligente periodista a quien le enfatiza que los medios de comunicación nos están dando todos los días nuestras dosis de miedo para controlarnos y paralizarnos. Le dice también en esa entrevista algo de una enorme vigencia en nuestra dinámica social contemporánea caracterizada por el dominio de lo frívolo y lo estúpido: «Sin libertad de pensamiento, la libertad de expresión no tiene ningún valor».

José Luis Sampedro «murió a los 96 años en su casa de Madrid», decía la noticia en el periódico El País. Entonces brindé por ese hombre que veía a la muerte como compañera y no como lo contrario de la vida: «El día que nacemos empezamos a morir, hay que saber eso y hay que saber disfrutarlo, hay que saber vivirlo».

Decía el maestro Sampedro que la vida es fabulosa y está llena de prodigios, pero «pasamos de largo, pensando en lo grande que somos y en la soberbia que nos invade».

Si brindara con este vino rojo de la Rioja por cada una de las frases sabias de Sampedro, sería incapaz de concluir esto que escribo emocionado, pero va un sorbo más por la frase que destaca el diario español en los encabezados de la nota: «Somos naturaleza. Poner al dinero como bien supremo nos conduce a la catástrofe».

Gracias a este humanista, «símbolo del compromiso intelectual y ciudadano y referente del movimiento de los indignados». Gracias por decirnos que «la vida es una navegación muy difícil sin una buena brújula». Cierto maestro y cierto también que «no hemos aprendido a vivir como humanidad y que la humanidad está todavía por hacerse».

Comparto con usted aquello que decía sobre el tema de la castidad: «Aunque el Vaticano sostenga que la castidad es el valor supremo, en cualquier caso, me parece la aberración sexual más grande».

No terminaría maestro Sampedro de citar lo que leí y le escuché a usted decir en diferentes textos y vídeos. Palabras respaldadas por su forma tan valiosa de ver, pensar y de sentir la vida. Soy yo quien ahora deseo contarle, donde quiera que se encuentre, que aunque «la muerte no fuera entendida por usted como lo contrario de la vida»; «entre noticias» varias del diario y entre los últimos dos sorbos de esta copa de vino, al ver la noticia de su muerte: «una lágrima cayó en la arena».

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