Bangladesh y el trabajo tercermundista

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En una columna de la revista Forbes, Jens F. Laurson and George Pieler, argumentan que cuando el pontífice dice “sentirse incómodo con las dimensiones morales del capitalismo”, está hablando desde un plano espiritual, y que en realidad no sabe de economía real, que eso no es parte de su incumbencia o experticia.

La tragedia laboral en el país asiático, que ha costado la vida de más de 1000 personas, resurge las precarias condiciones de trabajo en países del Tercer Mundo.

Se le llamó Pakistán oriental, una de las dos grandes naciones islámicas que se independizó junto a la India de la colonización británica. Después obtuvo su independencia y hoy cuenta con una población de 160 millones de personas, cuyo ingreso promedio per cápita es de 700 dólares al año.

Bangladesh es una nación del denominado “Tercer Mundo”, como tantas otras, que quizás hemos escuchado como un recital más del ex Beatle George Harrison, un país que tiene mucha pobreza y donde los salarios son deplorables. Es justamente esta “mano de obra barata” que ha llamado la atención de las corporaciones occidentales, como Walmart, Benetton y tantas otras, que han provocado la instalación de más de 5 mil industrias textiles, donde la mayoría de quienes trabajan son mujeres, ganando 50 dólares al mes.

Una de estas fábricas, en la ciudad de Savar, sufrió varias grietas, pero los propietarios las ignoraron y obligaron a sus empleados a acudir a sus puestos de trabajo a pesar del riesgo que corrían. Al día siguiente, el 24 de abril, la fábrica se derrumbó y mató a más de mil personas, dejando a otras 2 mil lesionadas, en una de los peores accidentes laborales de la historia.

Uno de los primeros en expresar su indignación con la situación laboral de los bangladeses fue el papa Francisco, quien dijo que trabajar por “38 euros al mes” era “esclavitud”. “Hoy en el mundo hay esclavitud perpetrada contra lo más hermoso que Dios ha dado al Hombre: la capacidad de crear, de trabajar, de forjar su propia dignidad”, dijo el pontífice.

El líder de la Iglesia Católica señaló además que “No pagar un salario justo, no dar trabajo sólo porque se tienen en cuenta los resultados financieros, los presupuestos de las compañías, porque sólo se buscan las ganancias, eso va en contra de Dios“.

Por supuesto, no todos están de acuerdo en los comentarios del papa Francisco.

En una columna de la revista Forbes, Jens F. Laurson and George Pieler, argumentan que cuando el pontífice dice “sentirse incómodo con las dimensiones morales del capitalismo”, está hablando desde un plano espiritual, y que en realidad no sabe de economía real, que eso no es parte de su incumbencia o experticia.

Dicen que la reacción frente a las condiciones de seguridad laborales son justificadas, pero que se fue muy lejos cuando se habla de “trabajo esclavo”, ya que los salarios estaban bajo la regulación existente, y además cita a la compañía de ropa sueca H&M como uno de los promotores de una nueva legislación que aumente el salario mínimo en Bangladesh.

Por su parte, Shahidullah Azim, vicepresidente del mayor grupo textil del país, asevera que la culpa la tienen las corporaciones occidentales, quienes “hablan mucho de fuentes éticas (…) pero creo que es tiempo que comencemos a hablar de compras éticas”, refiriéndose al bajo precio que las compañías occidentales pagan por los productos bangladeses, lo que provocaría, a juicio de Azim, la búsqueda máxima de reducción de costos de parte de los empresarios nacionales.

De los fallecidos en el derrumbe de la fábrica de Savar, 671 han sido entregados a las familias de las víctimas, otros 79 tuvieron que ser sepultados por no poder ser identificados, mientras el resto están en un centro escolar a la espera de ser reconocidos.

Crédito foto: Indianempress.com

Redacción “Entre Noticias”

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