El «árbol que se comió una bicicleta» en la isla de Vashon en Washington ha sido un destino muy visitado, sobre todo por los buscadores de curiosidades, aquellos que han leído el libro de Berkeley Breathed, «Red Ranger Came Calling«, que fue inspirado por este extraño espécimen.
Aunque es muy conocida la historia de que esta bicicleta se quedó encadenada al árbol desde 1914 por un chico que fue a la guerra, no es realmente tan vieja. Según el Vashon-Maury Island Beachcomber, la bicicleta se quedó atrás a mediados de la década de 1950 por un residente local que simplemente lo abandonó.
Abundan los cuentos que explican cómo llegó una bicicleta roja a un árbol de la Isla de Vashon a 4 metros de altura.
Algunos dicen que terminó allí por casualidad, mientras que otros sostienen que fue intencional. Berkeley Breathed, incluso escribió un libro para niños sobre el misterio.
Muchas fotografías del árbol de la bicicleta se pueden encontrar en diferentes sitios de la internet, y una caminata al sitio es capturado en el siguiente vídeo:
Dos generaciones coinciden en que la bicicleta pertenecía a Don Puz, habitante de la región, quien en 1954 dejó su bicicleta en el bosque, se olvidó de ella y nunca regresó a buscarla.
Don recibió la bicicleta como una donación después de que la casa de la familia se quemara, dijo.
La bicicleta no era de su preferencia, era pesada, tenía neumáticos de goma maciza «y un manubrio pequeño como el de un triciclo», dijo. «Yo era demasiado grande para montarla
.»
Helen Puz, la madre de él cuenta que Don y sus amigos estaban jugando en el bosque juntos, y Don era el único niño que había llevado su bicicleta. Cuando los chicos decidieron regresar a casa, Don dejó su bicicleta atrás, decidiendo caminar a casa con sus compañeros.
«Al parecer, él no estaba muy entusiasmado con esa bicicleta», dijo ella.
Años después descubrieron con asombro a la bicicleta en los titulares de la región. La madre y él regresaron a visitarla para comprobar el insólito hallazgo.
«Fuimos al bosque y la vimos, ahí estaba esa bicicleta en el árbol, y dije -Esa es la mía-«, recordó Don. «La reconocí de inmediato. Jamás he visto otra igual.»
Aunque Don Puz identificó la bicicleta, comprobando que era la zona donde la dejó abandonada años atrás, no mencionó haberla dejado encadenada a un árbol. Teniendo en cuenta la ubicación de la bicicleta en el árbol y la forma en que los árboles crecen en realidad, es muy poco probable que la bicicleta haya terminado en su posición actual naturalmente y el árbol creciendo a su alrededor.
A lo largo del tiempo la bicicleta ha presentado un aspecto distinto en las fotografías tomadas en diferentes momentos, y a lo largo de los años algunas de sus partes (por ejemplo, el manubrio y llantas) han sido robadas y posteriormente reemplazadas por piezas similares.