Un año de Ayotzinapa: «la absolución del culpable es la condena del juez»

Muchos medios de comunicación en México, quisieron fabricar el olvido de lo ocurrido en Iguala, Guerrero hoy hace un año. Y hasta el desprestigio de los padres y familiares de los estudiantes presentándolos como si fueran marionetas de grupos sociales que pudieran tener “ocultos intereses” o posiciones políticas contrarias a las de el gobierno de Enrique Peña Nieto.

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A relative carries a photo of one of the 43 missing students of the Ayotzinapa teachers' training college during a protest to mark the eleven-month anniversary of their disappearance in Mexico City

«La indiferencia del mexicano ante la muerte se nutre de su indiferencia ante la vida».

Octavio Paz

por Rubén Luengas

Las élites mexicanas abrazaron con frenesí la idea equivocada de una modernidad de México construida a su imagen y semejanza. Alabando hasta el paroxismo “valores democráticos” subordinados a los valores del mercado, al grado de vaciar de significado los derechos y las obligaciones de los ciudadanos para someterlos a la lógica del consumismo masivo compulsivo. De tal suerte que nuestra vertiginosa marcha hacia la “tierra prometida” de la desregulación y de las privatizaciones indiscriminadas, se vio acompañada de una decidida y acelerada despolitización de la esfera pública en la que no hay valores más importantes que aquellos dictados por las fuerzas impulsoras del mercado. Fuerzas preñadas de una legendaria corrupción que en México, ha sido y sigue siendo la causa directa de la pobreza de su pueblo y la razón principal de la acumulación histórica de sus desgracias sociales.

Hoy una de sus desgracias más visibles es la que este sábado 26 de septiembre cumple un impune y doloroso primer aniversario: la desaparición forzada de 43 estudiantes de la Normal Rural, Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa. Ante la que prevalece la falta de verdad y de justicia.

Muchos medios de comunicación en México, quisieron fabricar el olvido de lo ocurrido en Iguala, Guerrero, hoy hace un año y hasta el desprestigio de los padres y familiares de los estudiantes presentándolos como si fueran marionetas de grupos sociales que pudieran tener “ocultos intereses” o posiciones políticas contrarias a las de el gobierno de Enrique Peña Nieto.

Ayer mismo escuché en la radio a un periodista mexicano de muy larga trayectoria, Rafael Cardona, decir que detrás de los padres de Ayotzinapa estaban grupos vinculados a la Iglesia Católica que se remontan a la asistencia de José Álvarez Icaza Manero, luchador social y promotor de los derechos humanos, como representante laico ante al Concilio Vaticano II convocado por el Papa Juan XXIII. En el programa de José Cárdenas en Radio Fórmula, Cardona describió el vínculo familiar de José Álvarez Icaza con su hijo, Emilio Álvarez Icaza Longoria, Secretario Ejecutivo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), cuyo equipo de especialistas contradijo recientemente la llamada “verdad histórica” emitida por el gobierno sobre lo que supuestamente habría ocurrido con los 43 estudiantes normalistas de Ayotznapa.

Cardona relacionó lo anterior con el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez A.C. (Centro Prodh), diciendo que Miguel Agustín Pro fue un Jesuita, como el Papa Francisco quien supuestamente no viajó a México porque habría querido “celebrar una misa en Ayotzinapa por los 43 estudiantes desaparecidos y el gobierno mexicano se opuso”, según la versión publicada por el periodista Raymundo Riva Palacio en el periódico El Financiero.

El punto es que Rafael Cardona, según entendí entre el ajetreo de un denso tránsito vehicular en el Freeway Número 5 californiano, parecía referirse a una especie de “conspiración” operada por grupos vinculados a la Iglesia y la militancia jesuita del mismísimo Papa Francisco, a través de Emilio Álvarez Icaza y la CIDH, fortaleciendo así la supuesta estrategia gubernamental de querer echar fuera de la investigación al Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes nombrado por la CIDH para el caso Ayotzinapa.

Según esa lógica de “conspiración” tejida por el veterano periodista, habría entonces que sumar a la Organización de Naciones Unidas (ONU) que al conmemorarse un año de los hechos sucedidos en Iguala, ha expresado a través de un comunicado de prensa su “profunda solidaridad con las víctimas”.

Rafael Cardona, no habría que andar buscándole tres pies al gato. La tragedia provocada de Iguala tiene como contexto y telón de fondo la corrupción, parafraseando a un tristemente célebre ex presidente mexicano, muy corrupto por cierto, en la que “México de norte a sur y de este a oeste está crucificado”. Contexto en el que como dije al principio de estas lineas, está la fundamentalista subordinación de todo o casi todo, a los valores de la dictadura del mercado que gobierna los destinos de México y el mundo.

Los padres y familiares de Ayotzinapa, presentados como marionetas o como incapaces de manifestarse por sí mismos, porque quienes así los retratan, son “plumas y estómagos agradecidos” con el sistema que confían en la labor de despolitización de la que ellos mismos han sido parte desde sus “púlpitos” mediáticos, son en realidad los protagonistas de una resistencia justa y necesaria en un país, donde si no se protesta y se lucha con creatividad contra la imposición del reduccionismo existencial consumista neoliberal, pronto podría ocurrir lo que el pastor luterano y poeta alemán Martin Niemöller expresara de esta forma en el contexto de la Alemania Nazi:

«Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas, guardé silencio, porque yo no era comunista. Cuando encarcelaron a los socialdemócratas guardé silencio porque yo no era socialdemócrata. Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas no protesté, porque yo no era sindicalista. Cuando vinieron a buscar a los judíos tampoco protesté porque yo no era judío. Cuando vinieron a buscarme, ya no había nadie que pudiera protestar«.

Hoy, a un año del abominable crimen de Iguala, símbolo de muchos otros cometidos en mi país, donde sicarios y traidores disfrazados de honorables intelectuales actúan como viles caballos de Troya en el proceso de desnacionalización de México, podría agregar, pensando en los apáticos e indiferentes mexicanos que no salieron hoy a protestar o les importó un sorbete:

«Cuando vinieron por los 43 de Ayotzinapa, guardé silencio o mentí en los medios de comunicación, porque yo no era estudiante de Ayotzinapa»

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