Michael Moore califica de crimen de odio la crisis de agua en Flint

El cineasta estadounidense Michael Moore calificó hoy de «crimen de odio» la crisis por la contaminación de agua que hace meses amenaza la vida de los habitantes en su natal Flint.

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Un año y medio después que los habitantes de Flint estuvieran recibiendo agua contaminada en sus hogares, fue cuando el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, se pronunció ante la situación.

Michael Moore, ganador del Oscar por su documental Bowling for Columbine, criticó así la gestión del gobernador Rick Snyder ante la crisis desatada por el envenenamiento de los suministros de agua en esa ciudad de Michigan, Estados Unidos.

Para el documentalista, las medidas de Snyder para reducir los impuestos de los más ricos provocó el déficit fiscal en Michigan, que obligó a cambiar la fuente de agua de los Grandes Lagos al contaminado río Flint.

«En pocos meses descubrieron que estaban envenenando a la gente, pero no dijeron nada y dejaron que la gente siguiera bebiendo el agua sin hacer nada al respecto, y eso es un crimen», dijo Moore en el show de Bill Maher.

«No lo hicieron porque es una ciudad de negros. No harían eso en Bloomfield Hills, Ann Arbor o Grosse Pointe. Esto fue un crimen de odio, basado en el odio racial de este partido en particular», dijo, aludiendo a los republicanos.

Para Moore, los demócratas también tienen culpa, y se mostró particularmente decepcionado por una imagen del presidente Barack Obama bebiendo agua filtrada de Flint para demostrar que era inocua.

Desde abril 2014, el gobierno decidió sacar agua del río local de Flint, al norte de Detroit en Michigan, en lugar de seguir obteniéndolo de la planta en Detroit. Las consecuencias fueron fatales porque las viejas tuberías estaban contaminadas con altos niveles de plomo.

La gravedad de la situación se intensificó cuando se supo que los residentes de Flint no fueron informados sobre el agua contaminada, sino 18 meses después de haber estado consumiéndola directamente del grifo como agua potable, para cocinar, bañarse y realizar actividades domésticas.

Los habitantes de Flint notaron de inmediato la alteración y el mal olor en el agua, además de experimentar una serie de efectos en la salud, como sarpullidos y pérdida del cabello. En octubre de 2014, General Motors decidió que ya no utilizaría el agua de la ciudad de Flint en sus plantas porque estaba corroyendo las piezas de automóviles. Más tarde, se hallaron trihalometanos en el agua, derivados tóxicos del tratamiento de agua. A pesar de ello, funcionarios declararon que el agua era segura para el consumo. Al mismo tiempo, como se reveló en un correo electrónico obtenido más tarde por Progress Michigan, el estado comenzó a enviar refrigeradores con agua potable limpia al edificio de la oficina del estado en Flint, más de un año antes de que el gobernador Snyder admitiera que el agua estaba contaminada.

Un año y medio después que los habitantes de Flint estuvieran recibiendo agua contaminada en sus hogares, fue cuando el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, se pronunció ante la situación.

El gobernador de Michigan, Rick Snyder, pidió al Ejecutivo declarar el río Flint como desastre natural por su alto nivel de plomo, sin embargo, la solicitud fue rechazada. En su lugar, Obama declaró la ciudad en estado de emergencia.

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