De las veinte óperas recogidas en el volumen, doce no fueron nunca grabadas en estudio por Maria Callas.
La mañana del 16 de septiembre de 1977, Bruna, como tantos días, le llevó el desayuno a la cama. Se levantó para ir al baño, pero un punzante dolor en el costado izquierdo le provocó un desmayo. Bruna llamó a Ferruccio, el mayordomo, y la llevaron de nuevo a la cama. Tomó un café cargado mientras Ferruccio llamaba al médico. Cerró los ojos. Y ya no volvió a abrirlos. El médico solo pudo certificar su muerte por una «crisis cardíaca». Aquella mañana del 16 de septiembre de 1977 –hoy hace cuarenta años–, moría en su apartamento del número 36 de la Avenida Georges Mandel, en París, Maria Callas, la mayor leyenda de la historia de la ópera, y una de sus grandes voces. Tenía 59 años.
Cuatro décadas después, Maria Callas sigue seduciendo dentro y fuera del mundo de la ópera. Sus desventuras fuera de los escenarios, especialmente a raíz de su amor traicionado por el armador griego Aristoteles Onassis, y su novelesca vida, la convierten en un personaje absolutamente fascinante.
Pero Maria Callas es, sobre todo, una de las grandes cantantes de la historia. Y a la soprano rinde homenaje el sello Warner con la edición de una colección titulada «Maria Callas Live», que recoge veinte óperas completas y cinco recitales en cuarenta y dos cedés y tres blu-ray. La principal novedad con respecto a ediciones anteriores de las grabaciones de Maria Callas (exprimidas hasta la saciedad por EMI, su propietaria hasta que hace cuatro años el sello fue adquirido por Warner) es que se trata de grabaciones realizadas en directo. La casa discográfica ha remasterizado las grabaciones «utilizando las últimas tecnologías de audio», según informa en un comunicado. «En particular –se añade–, se ha tenido especial cuidado con asegurar la máxima precisión en la reproducción de los tonos, que habían sido corregidos en diversas ocasiones».
Veinte óperas
De las veinte óperas recogidas en el volumen, doce no fueron nunca grabadas en estudio por Maria Callas: «Nabucco», «I vespri siciliani» y «Macbeth», de Verdi; «Parsifal», de Wagner; «Anna Bolena» y «Poliuto», de Donizetti; «Armida» e «Il Pirata», de Rossini;«Alceste» e «Ifigenia in Tauride», de Gluck;«La vestale», de Spontini;y «Andrea Chénier», de Giordano. Las grabaciones corresponden a representaciones llevadas a cabo entre los años 1949 («Nabucco») y 1969 («Poliuto») en teatros como el San Carlo de Nápoles, el Comunale de Florencia, la Scala de Milán o el Carnegie Hall de Nueva York.
Las ocho restantes grabaciones incluidas en la colección son historia de la ópera: la «Aida», que cantó en 1951 en el Palacio de Bellas Artes de México junto con Mario del Mónaco; «Rigoletto», interpretado un año después en el mismo escenario, esta vez con Giuseppe di Stefano, un cantante –y un amigo– con el que estaría vinculado hasta sus últimos días; «Norma», interpretada en la Royal Opera House de Londres en noviembre de 1952; la «Medea» que cantó en la Scala en diciembre de 1953, bajo la dirección de Leonard Bernstein; la mítica «La sonnambula» que, con la misma batuta del director estadounidense, interpretó en 1955 también en la Scala; la «Lucia di Lammermoor», que le dirigió Herber von Karajan en 1955 en la Stadtische Oper de Berlín; la legendaria «La traviata», que cantó en 1958 en Lisboa junto con el entonces desconocido Alfredo Kraus; y otra histórica representación: la «Tosca», que interpretó en la Royal Opera House de Londres en enero de 1964, con dirección de Carlo Felice Cillario.
Precisamente, el teatro londinense es el escenario del primero de los blu-ray: «Callas en el Covent Garden» recoge sus actuaciones en 1962 y 1964 en la capital británica. Los otros dos son conciertos grabados en Hamburgo (en 1959 y 1962) y en París (1958).
Grabaciones
Las grabaciones –alguna de ellas con un sonido deficiente, pero con un gran valor documental– muestran la grandeza de una cantante que revolucionó con su arte la interpretación lírica. Su voz no era tan limpia ni homogénea como la de otras cantantes de la época (por ejemplo, su gran rival en la Scala, Renata Tebaldi); sus agudos en ocasiones sonaban estridentes… Pero tenía una capacidad dramática y comunicativa excepcionales. Tenía una infinita paleta de colores en la garganta, y era, al decir de los que la vieron, una maravillosa actriz. La manera de cantar nunca fue la misma después de Maria Callas, Sus aptitudes permitieron la recuperación de títulos olvidados o semienterrados como «Anna Bolena» o «Medea».
Al mismo tiempo, les otorgó una nueva dimensión a las protagonistas de óperas de repertorio como «La traviata», «Tosca» o «Norma», quizás los tres títulos en los que más destacó. Esta última fue precisamente la ópera que cantó en más ocasiones: ochenta y nueve veces entre 1948 y 1965. «Yo tengo –dijo en una ocasión– cierta semejanza con Norma. Parece muy fuerte y muy feroz, pero en realidad no lo es, aunque ruja como un león».
Y es que Maria Callas mostraba sobre el escenario una cara muy distinta de la que presentaba al bajarse de él. En escena era una fiera capaz de encararse con el público de la Scala y cantarles, con el puño encrespado y la mirada encendida, «Ho dato tutto a te», una frase de «Medea», para reprocharles su frialdad. Pero fuera de escena era básicamente una mujer vulnerable que buscó toda su vida que alguien la quisiera. «No debo hacerme ilusiones –dijo poco después de que Onassis la abandonara–, la felicidad no es para mí. ¿Es demasiado pedir que me quieran las personas que están a mi lado?».
Entre Noticias/Agencias