Conflicto en Venezuela: prueba de fuego para López Obrador | Por J. Jaime Hernández (@jaimejourno)

"Tras el fracaso para introducir “ayuda humanitaria” a través de esas fronteras que hoy parecen contener desde Colombia y Brasil una guerra contra Venezuela, Estados Unidos reaccionó enrabiado, insistiendo en que hoy más que nunca “todas las opciones están sobre la mesa”. Pero, en esta ocasión, amenazando a los altos mandos del ejército de Venezuela para que se pongan del lado de Donald Trump y Juan Guaidó “o se atengan a las consecuencias”. ¿Cómo interpretar este llamado en forma de amenaza contra los miembros del ejército venezolano?" Artículo por J. Jaime Hernández

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«Washington considera que es necesario insistir en la llamada caída del castillo de naipes entre los altos mandos militares de Venezuela.»

Por J. Jaime Hernández

Resulta inquietante comprobar la forma en que, Mike Pence, el vicepresidente de EU, se ha dejado llevar por la frustración y el enojo para pedirle a México que, de una vez por todas, “deje de estar en calidad de espectador” y reconozca a Juan Guaidó como “president legítimo de Venezuela.

Ah y, de paso, se sume a la cruzada que encabeza Estados Unidos para deshacerse de Nicolás Maduro y, acto seguido, poner en su lugar precisamente a Juan Guaidó, el hombre que se ha convertido en su arriesgada apuesta para “liberar al pueblo de Venezuela”.

«Nosotros Esperamos una transición pacífica hacia la democracia. Pero, como ya ha dejado claro el presidente Trump: Todas las opciones están sobre la mesa», dijo Pence durante su intervención.

Al final de un discurso pronunciado en Bogotá, lo más parecido al sermón del Capellán militar antes del inicio de la batalla, Mike Pence engarzó ante los mandatarios del denominado Grupo de Lima frases de carácter inquietante antes de llegar al remate con tres palabras en español:

“Vayan con Dios”

Que fácil ha sido para Pence dar esta inusual forma la bendición a los enemigos de Nicolás Maduro antes de que la guerra incendie la puerta de millones de familias que hoy viven al borde de un drama existencial en ese país que Donald Trump ha elegido para distraer a la opinión pública de sus propios problemas en casa.

Cuánta razón tenía Barack Obama al asegurar que, a veces, la historia avanza de forma caprichosa. Sigzagueando. A veces retrocediendo antes de seguir avanzando. Cediendo terreno a los que se siguen oponiendo al avance de las conquistas sociales o empoderando a quienes se resisten al fin de esa hegemonía que surgió del llamado consenso de Washington para mayor desgracia de los pueblos en Latinoamérica.

Tras el fracaso para introducir “ayuda humanitaria” a través de esas fronteras que hoy parecen contener desde Colombia y Brasil una guerra contra Venezuela, Estados Unidos reaccionó enrabiado, insistiendo en que hoy más que nunca “todas las opciones están sobre la mesa”.

Pero, en esta ocasión, amenazando a los altos mandos del ejército de Venezuela para que se pongan del lado de Donald Trump y Juan Guaidó “o se atengan a las consecuencias”.

¿Cómo interpretar este llamado en forma de amenaza contra los miembros del ejército venezolano?

De la única forma posible. Al parecer, la campaña para provocar un golpe de Estado desde las fuerzas armadas contra Nicolás Maduro, no ha funcionado como esperaban desde la Casa Blanca.

Es cierto que en el seno de los altos mandos militares hay dudas y fracturas. Y divisiones que venían de lejos. También es cierto que, en el curso de las últimas horas, se produjeron algunas deserciones, pero de carácter poco significativo para conseguir el derrumbamiento de la moral en las fuerzas armadas.

Por lo tanto, Washington considera que es necesario insistir en la llamada caída del castillo de naipes entre los altos mandos militares de Venezuela. En el “efecto dominó” cómo le ha llamado el presidente de Colombia, Iván Duque, para evitar a toda costa una guerra de consecuencias impredecibles que arrastraría a Estados Unidos y a países como Colombia a un conflicto demasiado costoso en vidas y recursos.

Una posibilidad que EU no se puede permitir, mientras intenta replegarse de Afganistán, Siria e Irak, tres escenarios de guerra que lo mantienen entrampado.

Por no hablar de la otra guerra. La que Trump libra estos con la mayoría demócrata en la Cámara de Representantes para tratar de conseguir más fondos para el Muro fronterizo y por su negativa para que el informe que ha realizado en su contra y durante más de dos años el fiscal especial, Robert Muller, sea conocido por la opinión pública.

Pero, llegados a este punto, quizá valga la pena destacar dos puntos que, al parecer, han marcado un importante punto de inflexión en la estrategia de EU contra Venezuela:

La amenaza velada contra el gobierno de México para que deje de actuar como espectador y se sume a la campaña para derrocar a Nicolás Maduro. Una amenaza que difícilmente surtirá el efecto deseado por Washington en el presidente Andrés Manuel López Obrador (quizá todo lo contrario) y, posiblemente, termine con la aparente luna de miel entre ambos gobiernos.

¿Qué decidirá López Obrador ante este llamado de Trump para que deje de atrincherarse en el sacrosanto principio de no intervención de la política exterior mexicana para no sumarse al golpe de Estado contra Nicolás Maduro?

Sospechamos que, de la respuesta de México ante la crisis en Venezuela, dependerá el futuro de unas relaciones que aún no han sido lo suficientemente puestas a prueba.

Por otro lado, también es importante destacar los pronunciamientos de aquellos que, José Miguel Vivanco, director ejecutivo de Human Rights Watch, han denunciado continuamente violaciones a los derechos humanos del gobierno de Nicolás Maduro pero que, de forma contundente, se oponen a una intervención militar en Venezuela:

“Ante la desbordada creatividad jurídica para intentar justificar una intervención militar en Venezuela, aclaro:
“En Venezuela no se aplican los convenios de Ginebra. Solo se aplican en conflictos armados, y en Venezuela afortunadamente no lo hay”, aseguró Vivanco desde su cuenta de twiter.
“El Grupo de Lima debería descartar completamente la opción militar en Venezuela.
“El derecho internacional no permite el uso de la fuerza en este caso. En particular, no se cumplen los requisitos jurídicos de la (denominada)responsabilidad de proteger”, concluyó Vivanco.

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J. Jaime Hernández ha sido reportero de radio, de prensa escrita y editor de noticiarios en televisión antes de iniciarse como corresponsal en el extranjero (un oficio de más de 30 años) en ciudades como Madrid, Bruselas y París, Los Angeles y Washington. Ha cubierto guerras en Irak, Afganistán, Líbano, en la antigua Yugoslavia, en el Golfo Pérsico y Haití. Ha sido corresponsal de distintos medios internacionales en España, Francia, Bélgica y EU durante tres décadas. Actualmente es editor de La Jornada Sin Fronteras. Twitter: @jaimejourno

¿Tienes alguna opinión?. Escríbela a continuación, siempre estamos atentos a tus comentarios.

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