López Obrador dice que «las razas no existen, son culturas» y la ciencia le da la razón

En el marco del Día de la Nación Pluricultural, el gobierno de México informó que pidió perdón a los pueblos yaqui y maya el 22 de agosto y 3 de mayo respectivamente, debido a las acciones de violación de sus derechos fundamentales, a los agravios cometidos contra el pueblo y por los crímenes de Estado cometidos, sobre todo, durante la dictadura de Porfirio Díaz.

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«Las razas existen en los animales y en las plantas pero no en los seres humanos. El concepto de raza no es aplicable al ser humano. Una raza es un conjunto de individuos que son muy homogéneos genéticamente y que al mismo tiempo se diferencian de otro conjunto de individuos.» Alberto Kurnblihtt

Desde 2018, el “Día de la raza” fue cambiado por el Día de la Nación Pluricultural para resarcir la deuda histórica, ante lo que el presidente Andrés Manuel López Obrador explicó que las razas no existen e indicó que esta idea contribuye al racismo.

En el marco del Día de la Nación Pluricultural, el gobierno de México informó que pidió perdón a los pueblos yaqui y maya el 22 de agosto y 3 de mayo respectivamente, debido a las acciones de violación de sus derechos fundamentales, a los agravios cometidos contra el pueblo y por los crímenes de Estado cometidos, sobre todo, durante la dictadura de Porfirio Díaz.

El presidente Andrés Manuel López Obrador afirmó que entre los seres humanos no existen las razas y, por tanto, el racismo no tiene sentido.

El titular del Ejecutivo se refirió al tema por tratarse de la fecha de la llegada de los españoles a América, que era conocida hace años como el Día de La Raza.

Está demostrado científicamente que las razas no existen. Hay culturas. Además, estoy de acuerdo con el argumento de Beatriz: si no hay razas es inconcebible el racismo. Miren esta pintura de 300 años a.C. de Calakmul», publicó el presidente el sus cuentas de redes sociales.

La escritora e investigadora, Beatriz Gutiérrez Müller, publicó que existen estudios de biología molecular determinaron que no hay diferentes razas entre los seres humanos.

El biólogo molecular Alberto Kurnblihtt, entre otros, ha sostenido de manera científica cómo existen las razas en los animales y en las plantas, mas no en los seres humanos.

El autor citado afirma lo siguiente en este estudio:

Las razas existen en los animales y en las plantas pero no en los seres humanos. El concepto de raza no es aplicable al ser humano. Una raza es un conjunto de individuos que son muy homogéneos genéticamente y que al mismo tiempo se diferencian de otro conjunto de individuos. La genética molecular moderna indica que el concepto de raza no tiene fundamento. Los negros tienen una gran variabilidad genética interna. La diferencia genética entre negros puede incluso ser mayor que entre un negro y un blanco caucásico.
Obviamente los genes que determinan el color de ojos y la piel van a ser completamente distintos. Ej.: Cuando se busca un donante para realizar un transplante de órganos para un blanco se puede recurrir a un donante negro porque puede existir una mayor compatibilidad.

Gutiérrez Müller continua:

Así que no festejar algo inexistente es un avance y, además, en tal fecha pues, como ya he escrito en ocasiones anteriores, el continente en el que vivimos ya había sido divisado, visto, pisado, conocido o como se le determine, mucho antes que Cristóbal Colón», escribió la también esposa del presidente López Obrador.

También cuestionó que formalmente la fecha fuera denominada «Día de La Raza» por los gobiernos post revolucionarios.

En estos meses que se ha vuelto a discutir el ‘descubrimiento’ y colonización de América, he podido averiguar que el término ‘Día de la Raza’ lo acuñó José Vasconcelos, en 1925. Luego, mediante un decreto del Congreso de la Unión se convirtió en ‘fiesta nacional’ de México desde 1929.
Agradezco a quien haya tenido la idea de dejar de celebrar a ‘la raza’ y a ‘la raza’ precisamente el 12 de octubre», puntualizó.

Gutiérrez Müller, empero, lamentó que persista el racismo.

Lo que sí es un hecho lamentable es que, aun no habiendo razas entre los hombres, exista el racismo», publicó la escritora e investigadora en sus cuentas de redes sociales activas.

En este sentido, el pasado 28 de septiembre, se dio la petición del perdón al pueblo yaqui en la guardia tradicional de Vícam Pueblo, Sonora, donde el gobierno federal en presencia de representantes de los 68 pueblos indígenas y afromexicanos, pidió perdón por los agravios. También firmaron el Plan de Justicia del Pueblo Yaqui para resarcir el territorio y el agua.

También el pasado 22 de agosto suscribió el decreto de creación del distrito de riego 018 para que este pueblo se encargue de su operación y administración. De igual forma, acordaron la construcción del Acueducto Yaqui que se abastecerá desde la presa El Oviachic, para garantizar el acceso al 50 por ciento del agua que les corresponde a los ocho pueblos de la nación yaqui.

El pasado 3 de mayo, celebraron la petición de perdón por los agravios cometidos contra el pueblo maya en el municipio de Felipe Carrillo Puerto, Quintana Roo. También durante este acto, encabezado por López Obrador, se reconoció la resistencia de los pueblos yaqui y maya, lo que les permitió sobrevivir al exterminio.

Desde 2018, cada 12 de octubre se conmemora en México el Día de la Nación Pluricultural debido al reconocimento que merecen los pueblos originarios y afromexicanos por la resistencia al despojo, represión y racismo que vivieron a lo largo de la historia.

A 529 años de la llegada de los españoles, esta fecha es importante porque reconoce la diversidad de estos pueblos sobrevivientes al exterminio colonizador. Incluso, reconoce la pluralidad lingüística patrimonio cultural de la humanidad, como señala la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

¿Qué dice la ciencia?

Desde su nacimiento en el siglo XVIII, la antropología física se centró en el estudio de los restos esqueléticos de seres humanos. Su objetivo era observar los fenómenos evolutivos y de la variabilidad humana.

Conforme se descubrían nuevos territorios y poblaciones fue necesario, según los naturalistas europeos, clasificar los seres humanos según a sus rasgos.

En el reino animal hablar de razas geográficas consiste en definir unas agrupaciones de individuos que se distinguen por rasgos adaptados al tipo de ambiente. En el caso del ser humano, el concepto tuvo una connotación muy diferente.

De hecho, la diversidad humana no se percibía como una selección del medio ambiente (como ocurre con el color de la piel y la forma de los ojos). En su lugar, se interpretó como el reflejo de las características culturales de las muchas poblaciones del planeta.

Por ejemplo, los rasgos europeos eran considerados “superiores, equilibrados, hermosos”, y eran el reflejo exterior de la “inteligencia y la educación” que caracterizaban a todo europeo. Se consideraban ellos mismos la raza “cumbre”.

En el otro lado estaban los rasgos africanos, considerados “primitivos y poco atractivos”, símbolo de una población “ignorante e incivilizada” según los naturalistas y antropólogos del siglo XVIII.

La creación de una jerarquía
El contexto histórico favoreció una investigación dedicada a la clasificación de los tipos humanos. El colonialismo y la esclavitud fueron los motores que llevaron los europeos a buscar apoyos científicos para justificar sus acciones contra los indígenas.

Una de las primeras herramientas que se emplearon para discriminar las diferentes “razas” humanas fue la craneología. Esta consistía en el estudio de los caracteres métricos y morfológicos del cráneo humano.

Para ello se medían los cráneos de los principales grupos poblacionales conocidos. A cada uno se le atribuía un patrón preciso de características (cráneo globular, alargado, etc.) que se correspondían con cualidades intelectivas más o menos desarrolladas. Así se estableció una jerarquía social y cultural entre los grupos humanos.

Fue gracias a Blumenbach (1752-1840) que la morfología del cráneo empezó a ser utilizada sistemáticamente como parámetro para determinar la raza de procedencia de un individuo. De hecho, su metodología se extendió a todas las colecciones osteológicas europeas en el siglo XVIII.

Este interés en los rasgos craneales fue cultivado sobre todo por Franz Joseph Gall (1758-1828), quien defendió la hipótesis de que a una precisa morfología craneal correspondían unas determinadas características intelectivas. Así nació la frenología, hoy considerada una pseudociencia.

Los últimos defensores de las razas humanas
Muchos antropólogos físicos y genetistas se disociaron de la imagen que los totalitarismos y el colonialismo querían dar sobre la variabilidad humana. Para ello aportaron evidencias y estudios científicos.

La inconsistencia del concepto de raza se nota, sobre todo, porque nunca hubo una clasificación unívoca del número ni de los parámetros utilizados. A lo largo de la historia se clasificaron desde 2 hasta 63 razas humanas, una pesadilla para los estudiantes de antropología.

También es importante destacar que los primeros naturalistas y antropólogos que intentaron dividir la humanidad en razas utilizaban unos parámetros sujetos al medio ambiente, fruto de la evolución y de la selección ambiental de los rasgos fisonómicos. Por ejemplo el color de la piel, el tamaño y la morfología del cráneo.

En 1994, la American Anthropological Association tomó distancia de este concepto tan obsoleto y demostró su carencia de soporte científico.

De hecho, resulta incorrecto definir fenómenos tan dinámicos como la inmensa variabilidad humana y la historia de la evolución del hombre con un concepto estático y estéril como el de “raza”.

En el campo de la antropología forense, una rama de la antropología física, cuando se hallan unos restos es fundamental establecer el sexo, la edad, la talla y el origen geográfico.

Para alejarse de la connotación social de la palabra “raza”, la ciencia tuvo que modificar su forma de referirse a las poblaciones humanas, y aceptar la existencia de una sola especie: Homo sapiens.

La terminología pasó de “race” (raza, en inglés) a “ancestry” (ancestro). Esto hace referencia a los caracteres heredados por los padres y los antepasados de una persona.

Este cambio fue necesario también porque no es cierto que un individuo pertenezca a un área precisa. La globalización ha cambiado la distribución de los caracteres fenotípicos (los que vemos representados en una persona).

La investigación no se desarrolló solamente sobre la parte morfológica del esqueleto humano. También se evaluaron pruebas genéticas y moleculares en el ámbito de la antropología molecular.

En un estudio de 1972 realizado por el profesor de Harvard Richard Lewontin se analizaron unas proteínas contenidas en la sangre de diferentes poblaciones. Los resultados no mostraron diferencias significativas desde el punto de vista molecular para separar razas humanas.

Estudios posteriores contribuyeron a verificar que la secuencia de bases (las unidades que forman la información genética) en el ADN humano es idéntica al 99,9 %, lo que demolió por completo la posibilidad de encontrar un parámetro fiable para definir las razas.

Estos datos fueron importantes para sostener la igualdad de los seres humanos desde un punto de vista científico, imparcial y riguroso.

La idea de raza en nuestros tiempos
En los tiempos modernos todavía existe el directo derivado del concepto de raza: el racismo. Conocemos las funestas consecuencias que tuvo por los feroces genocidios cometidos en el siglo XX.

Como decía Einstein, “es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio”, una afirmación que sigue siendo actual.

Desafortunadamente, tenemos que reconocer que todavía hay quien opina que las “razas” humanas existen. Esto, a pesar de que la ciencia ha probado que no hay evidencias suficientes ni bases rigurosas para definirlas en el ser humano.

Es más, el mundo científico trabaja de modo unánime para defender la igualdad entre los distintos grupos humanos y despojar de construcciones pseudocientíficas una realidad aceptada tanto biológica como jurídicamente.

Que se trate de restos de un poderoso rey de la época medieval, de un esclavo egipcio, de un migrante fallecido en nuestras costas o de un importante personaje del mundo del espectáculo, la verdad universal que gritan los huesos es que somos humanos. Debajo de nuestra piel, somos todos iguales.

Entre Noticias | The Conversation | Agencias

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