El impresionante y emotivo recibimiento a Novak Djokovic en Belgrado, que lo hizo romper en llanto tras su corona en el US Open

Novak Djokovic (No-Vac No-Covid para los amigos) se convierte también en el tenista más laureado de la historia. En la final del US Open el domingo pasado, el serbio se impuso con solvencia al ruso Dannil Medvédev en tres sets (6-3, 7-6 y 6-3) en tres horas y cuarto de partido, demostrando, una vez más, que sigue siendo el mejor tenista del mundo, a pesar de la edad (36años) y del empuje de las nuevas generaciones.

El título conseguido por el servio en Nueva York representó su corona número 24 en torneos de Grand Slam, distanciándose de su máximo rival, Rafael Nadal, el tenista español que no pudo disputar tres grandes del año por una lesión.
Luego de conseguir su nueva corona, ayer martes, el serbio fue recibido de manera impresionante en su tierra natal. Con un marco espectacular, miles de personas ovacionaron al tenista que ha marcado páginas doradas para el deporte serbio, y quien se mantuvo firme, sin titubeos, en su convicción de no vacunarse contra Covid-19, a pesar de las muchas presiones, críticas y hasta la imposibilidad de disputar torneos como el Abierto de Australia o el propio US Open por no contar con la muy polémica vacuna.

Tras este recibimiento, Novak no pudo contener sus lágrimas y con un gesto de agradecimiento se dirigió a sus compatriotas. Fue tanta la emoción del deportista que sus compañeros tuvieron que apoyarlo para retomar fuerzas.

Cualquier aficionado al tenis sabe que muy probablemente nunca ha existido un jugador con tan variada y contundente gama de golpes y con tan felino instinto como Djokovic; pero para sobreponerse a un golpe tan ensañado como el que padeció hace dos años en Australia, para no dejarse ahogar por la desesperanza o la rabia, hacen falta una fortaleza muy especial (cabeza), una magnanimidad (corazón) y una valentía fuera de lo común.

Djokovic no se estaba enfrentando tan sólo a sus rivales, sino a un cúmulo de circunstancias hostiles que sólo se podían vencer con la convicción y la fuerza del servio. Sin duda, su carácter terco y sufrido, forjado en una niñez marcada por la guerra, lo ayudó; pero la mayor ayuda, en medio de un mundo acechado por las tinieblas, ha venido de lo alto.

Novak Djokovic se dio un baño de masas en Belgrado donde fue recibido tras ganar su 24º Grand Slam en el pasado US Open. El tenista balcánico compartió escena con la selección serbia de baloncesto, que recientemente conquistó la plata en el Campeonato del Mundo, y no pudo evitar emocionarse ante la cantidad de gente agolpada para vitorear a uno de sus grandes ídolos.

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