El acto se llama metzitzah b’peh, y consiste en que tras cortar la membrana, el rabino coloca sus labios en el pene y succiona para limpiar la herida. Sin embargo, las consecuencias pueden ser reversas.
Los bebés judíos suelen ser circuncidados a los 8 días de nacer, en un riesgoso ritual que incluye al rabino chupando el glande del recién nacido.
En cualquier otro contexto, el hecho de que un anciano chupe el pene de un recién nacido sería visto como inmoral y asqueroso. Pero es justamente la ceremonia religiosa, las circunstancias espirituales en que este extraño acto está inscrito, que le otorga cierta legitimidad a este controversial ritual.
Los bebés judíos son sometidos a la circuncisión de su pene (remoción de la membrana sobrante), cuando cumplen los 8 días de haber nacido, en lo que constituye una práctica milenaria de su cultura. El rabino (sacerdote) que ejecuta el ritual, suele besar el glande del bebé al terminar el acto, especialmente en el caso de los judíos ortodoxos.
El acto se llama metzitzah b’peh, y consiste en que tras cortar la membrana, el rabino coloca sus labios en el pene y succiona para limpiar la herida. Sin embargo, las consecuencias pueden ser reversas.
Desde el año 2000, se han conocido de 13 casos en los cuales los bebés han sido contagiados con herpes, que se contagia desde la boca del rabino. Dos muertes y dos daños cerebrales han resultado de esos casos (el sistema inmunológico de un recién nacido es bastante vulnerable). Se supone que un 70 por ciento de la población tendría Herpes tipo 1 (que es diferente del tipo 2 que se contagia vía venérea).
Por ello, los detractores de esta práctica religiosa han criticado la decisión de la ciudad de Nueva York (donde vive un gran número de judíos) de permitir esta práctica. El Departamento de Salud del estado solicita el permiso de los padres del bebé, que deben firmar un acta indicando que están conscientes y aceptan los riesgos que involucra que un anciano le bese el pene recién circuncidado a su bebé.
La mayoría de judíos utiliza técnicas de sanitización modernas, pero todavía existe un gran número de ortodoxos que mantiene la vieja usanza, quienes reclaman que las autoridades no están resguardando su derecho a la libertad religiosa y de culto. “Este es un gobierno que está forzando a un rabino en sus prácticas religiosas, diciendo a los fieles que puede herir a su hijo”, ha declarado el rabino David Niederman, director ejecutivo de la Hasidic United Jewish Organization de Williansburg. Por el contrario, la comunidad médica rechaza el acto. “No es algo que alguno de nosotros recomiende en la era moderna de control de infecciones”, ha dicho el doctor Willian Shaffer, jefe de medicina preventiva de la Universidad de Vanderbilt.
Por lo tanto, la dicotomía estaría dada por el derecho de una comunidad en ejecutar con total libertad sus prácticas religiosas, enfrentada al Estado como garante de la salud y el bienestar público, de proteger la salud de sus habitantes. ¿Ha sido buena la medida adoptada por la ciudad de Nueva York, o debe prohibirse esta práctica?
Hugo Espinoza / Redacción «Entre Noticias»