San Quintín: dolor cubierto de piel indígena

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Jornaleros

Explotación «silenciada» en San Quintín

por Rubén Luengas

Muy antiguos en la historia son los nombres de lo que ocurre en el olvidado Valle de San Quintín: racismo, explotación, injusticia. Nada nuevo bajo el sol de Baja California, México, donde indígenas jornaleros tuvieron como respuesta del Gobierno a sus peticiones justas, una lluvia de balas de goma, de gas lacrimógeno y de órdenes de arresto por cometer el gravísimo pecado de pelear por sus legítimos derechos laborales, habiendo permanecido en paro laboral durante más de 30 horas, pidiendo ponerle fin al acoso sexual a sus mujeres en los campos y recibir un mejor trato salarial, entre otras peticiones.

Nada nuevo bajo el sol en el Valle de San Quintín, donde generaciones de vidas agrietadas por la penuria, llegan y se van con su amargura. Donde los propietarios se agarran a sus posesiones, a sus ganancias, y donde la tierra como testigo mudo es la que permanece.

Las peticiones de los jornaleros indígenas no eran una sorpresa para las autoridades, pues las habían presentado ya al gobernador Francisco “Kiko” Vega de Lamadrid, del derechista Partido Acción Nacional, desde hace cinco meses, incluyendo solicitudes tan pertinentes como estas:

*Que el salario de 110 pesos al día por una jornada de 12 horas, se incremente a por lo menos 300 pesos.

*Que la jornada laboral sea disminuida al número de horas de Ley y no a las doce horas que trabajan actualmente.

*Que los jornaleros sean afiliados al Instituto Mexicano del Seguro Social, ya que no cuentan actualmente con prestaciones sociales de ninguna clase.

*Que les den vacaciones. Que se respete el séptimo día de descanso y que las horas extra sean a voluntad y pagadas de manera adicional.

Desde hace décadas, el escritor y periodista estadounidense, David Bacon, conocedor a fondo de la situación de los trabajadores agrícolas en México y en Estados Unidos, advertía en sus investigaciones que los salarios en San Quintín fueron mantenidos “intencionalmente bajos para ofrecer fresas, tomates y otros productos agrícolas, más baratos en ciudades como Nueva York o Los Ángeles”.

Hace muchos años que los productores agrícolas de San Quintín miraron hacia el norte para desarrollar su imperio basado en el suministro de productos agro-industriales para el inmenso mercado estadounidense, apoyándose sobre los miles de trabajadores que emigran cada año de sus comunidades indígenas en situación de extrema pobreza en estados del sur y sureste de México como Oaxaca, Guerrero, Hidalgo y Veracruz.

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Son mixtecos, zapotecos, tiquis y nahuas, quienes en su mayoría viajan a Baja California para incorporarse a una fuerza laboral que en temporada alta llega a contar con varias decenas de miles de trabajadores jornaleros migrantes.

Algunos deciden irse más al norte para probar fortuna hacia Estados Unidos, dejando a sus mujeres y a sus hijos en Baja California, lo que se ha traducido dolorosamente en abusos y violaciones a esposas o hijas que se quedaron desprotegidas por la ausencia de la figura masculina.

En diciembre de 2014, una investigación de Los Angeles Times mostró a sus lectores cómo detrás del auge de la exportación de México, está la explotación y el abuso de los trabajadores agrícolas mexicanos:

“Los consumidores estadounidenses obtienen toda la salsa, las calabazas y los melones que quieren comer a precios accesibles. Y las principales cadenas de Estados Unidos, como Wal-Mart, Whole Foods, Subway y Safeway, entre muchas otras, se benefician de los productos de los que han llegado a depender”.

Entre los descubrimientos que hizo Los Angeles Times están:

“Muchos trabajadores agrícolas quedan básicamente atrapados durante meses en campos infestados de ratas. A menudo sin camas y a veces sin baños que funciones o sin un suministro confiable de agua, mientras algunos mayordomos de los campos retienen ilegalmente los salarios de los trabajadores para impedirles que se vayan durante los periodos de cosecha”.

El diario estadounidense menciona también que “es evidente el contraste entre la forma en que son tratados los productos agrícolas y la forma en la que son tratadas las personas que los producen”, quienes además de necesitar el “pan nuestro de cada día”, expresan su necesidad de dignidad y de respeto.

La situación de estos jornaleros indígenas mexicanos debiera sacudir la conciencia de la clase política mexicana, de las autoridades estatales y federales, de la sociedad en su conjunto, tanto en México como en Estados Unidos, pero proliferan desgraciadamente, cada vez más, los síntomas de una grave patología de indiferencia y hasta de estupidez como la demostrada hace unos días por la Diputada Federal por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) en Veracruz al decir que los migrantes “son un peligro para la ciudadanía” y que a donde llegan “ejercen la prostitución y matan”.

“Quisimos mostrarnos, que nos vieran y comprendieran que los jornaleros somos hombres y mujeres de carne y hueso, no sólo manos para el campo. Tenemos rostro, nombre y familia; somos decenas de miles, porque junto a nosotros están nuestros hijos también jornaleros como lo han sido nuestros padres”, dijo recientemente uno de los líderes del movimiento más grande de trabajadores agrícolas que se haya registrado en el valle de San Quintín , al sur de Ensenada:

“De uno en uno nos ven débiles, pero ahora saben que somos muy fuertes porque somos muchos y estamos unidos”, agregó el líder campesino de decenas de miles que se han unido para salir de su invisibilidad en un país donde fascina hablar cada vez más de competitividad, clientes, mercados, ganancias, empresarios, pero no así de trabajadores, derechos laborales o salarios justos; siendo la empresa Valladolid y Aragonés, según ha reportado la prensa local, propiedad de Manuel Valladolid Seamanduras, secretario de Fomento Agropecuario del Estado de Baja California, una de las que más quejas recibe por parte de los jornaleros. Empresas a las que el presidente de México, Enrique Peña Nieto, nombró como «las exportadoras del año».

Nada nuevo bajo el sol en San Quintín, donde la posición aventajada de unos pocos se nutre de la desventaja de muchos que han decidido gritar contra su explotación silenciosa y rechazar el camino predestinado en el que se les impone sin alternativa que “lo que fue, eso será, y lo que se hizo, eso se hará”.

Debiera sacudir las conciencias de los mexicanos y de quienes en Estados Unidos consumen los alimentos producidos por un dolor humano cubierto de piel indígena. Debiera sin duda sacudirlas, pero no hay nada nuevo bajo el sol, vivimos tiempos de renovados desprecios y menosprecios, de explotación, incomprensión, indiferencia, corrupción y deshumanización .

«La injusticia en cualquier lugar es una amenaza en todos lados».

(Martin Luther King)

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8 Comentarios

  1. Definitivamente nada nuevo bajo el sol,la AMBICION de pocos, es el hambre de muchos que venden sus manos, su cuerpo y su sangre,por mendrugos para poder llevar un poco de alimento a sus pobres mesas,el mismo que opiparamente esta en la del "patron",tanta desigualdad provoca estallido social;pero aunque traten de reprimirla! EL PUEBLO UNIDO JAMAS SERA VENCIDO!!!!.

  2. Es indignante que nos quejamos del trato nuestros conacionales imigrantes en los estados unidos y nos olvidamos de los maltratos y abusos que sufren nuestros grupos dentro del mismo país, para beneficio de la oligarquía.

  3. Cierto Alejandro, estamos saturados de contradicciones y con una clase gobernante que no debiera haber tenido acceso a tales cargos de poder.Saludos y gracias por comentar en esta página.

  4. Me llevo su articulo a la pi da gana de La Primavera Mexicana. Gracias por exhibir las condiciones de mal vivir de nuestros paisanos Ruben. Difundo pues creo que la difusión de la información es el primer eslabón En el proceso de la libertad y la justicia.

  5. Desde hace 35 anos vengo viviendo y leyendo las injusticias que sufrimos los mexicanos. Y cada sexenio pensamos que era lo peor que nos habia pasada con tal o cual presidente junto a toda la clase politica, sin embargo vemos que no es asi. Cada sexenio el presidente es peor. La clase politica coludida con la clase empresarial. Y la REFORMA LABORAL ? Tan cacareada NO ERA PARA MEJORAR LA situacion DE LOS JORNALEROS Y LOS OBREROS? Perdon peco de ingênua. Que hacer?

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