En su alegre fachada azul, se encuentra un sistema de drenaje de embudos y tubos donde la lluvia cae y se filtra de uno a otro creando en su recorrido aquello que para Beethoven constituye una revelación superior a cualquier filosofía: Música.
«Lo que podemos hacer cuando cae la lluvia, es dejarla caer», dijo el poeta estadounidense Henry Wadsworth Longfellow, uno de los cinco miembros del grupo conocido como los «Poetas hogareños». En la ciudad alemana de Dresde existe un edificio diseñado para no sólo dejar caer la lluvia.
En su alegre fachada azul, se encuentra un sistema de drenaje de embudos y tubos donde la lluvia cae y se filtra de uno a otro creando en su recorrido aquello que para Beethoven constituye una revelación superior a cualquier filosofía: Música.
Este peculiar edificio musical se encuentra ubicado en el barrio bohemio de Neustadt, en el Pasaje de los patios del arte, donde cada edificio tiene una decoración diferente, ofreciéndose como fuente de inspiración artística, visual y sonora, hecha arquitectura.
Se alberga aquí a seres humanos, acompañados de un organizado movimiento acuático de sonidos en un espacio de tiempo determinado por la lluvia, sobre la que escribiera Federico García Lorca:
«La lluvia tiene un vago secreto de ternura,
algo de soñolencia resignada y amable,
una música humilde se despierta con ella
que hace vibrar el alma dormida del paisaje.
redacción/Entre Noticias